Por de pronto está claro que estamos ante un disco mucho más orgánico, relajado y accesible. Un disco en el que el madrileño se ha rodeado de músicos reales para muchas de las composiciones, utilizando todavía y muy a menudo los riddims de su inseparable Daddy Cobra de la misma manera que aprovecha su magia a los mandos de la mesa de producción, consiguiendo un efecto que se acerca mucho más al clasicismo del reggae, el roots está muy presente, y se aleja conscientemente de la crudeza del dancehall, con todavía presencia pero bastante más reducida, para construir un discurso algo más meloso, podríamos decir adulto, algo menos combativo y claramente más reflexivo.
Una vez más, cuándo más sorprende el Swan es cuando se sale de su propio patrón y prueba nuevos ritmos oxigenando su propuesto de manera descomunal. Y así, de la misma manera que en el anterior Bl4qkfy4h (2015) nos encontrábamos con variaciones tan refrescantes como el descarado ska de 1979 o el misterioso y oscuro electro de 10:00 am, aquí nos deleitamos con perlas tan deliciosas y disfrutables como Kambelleh y sus melosos ritmos africanos o el synth vanguardista de Me Toman Por El Enemigo. Sin duda Swan ha dejado abierto el grifo de la creatividad pop a raudales para regalarnos su disco más bonito, facilón, pero no por ello menos disfrutable, aunque eso tampoco quita que se eche de menos al Swan más visceral y emocionante.
Puntuación 8
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