martes, 31 de octubre de 2017

IRON MONKEY (2017) 9-13


Como dijo Doug Dalziel en su día (bajista de la banda desde 1994 hasta 1999), -Iron Monkey es una banda creada para tocarle los cojones al mayor número de gente posible-. Vamos a ir por partes, más allá de seguir en su marcada línea nihilista y de odio extremo hacia todo lo establecido, tener en la espalda un disco tan referencial y monumental como el Our Problem de 1998 y sufrir la pérdida de un frontman tan descomunal como Johnny Morrow por el camino (1974-2002), hay que admitir que el trío actual formado por Steve Watson (ahora al bajo), Jim Rushby (a la guitarra y a las voces) y el recién llegado Scott "Brigga" Briggs (a los parches), ha conseguido resucitar al Mono de Hierro de la manera más fidedigna posible pudiendo mirar cara a cara al breve pero intenso legado de la banda que se inició hace nada menos que 20 años.

 

Obviamente estamos en un momento en el que un nuevo disco de Iron Monkey no se puede convertir en lo referencial de su predecesor. El estilo ha crecido, mutado y se ha  multiplicado exponencialmente durante las últimas dos décadas conllevando una masificación (aunque dentro del underground) de grupos capaces de competir dignamente (sin demasiadas esperanzas de ganar) con los Monos ingleses. Como claro ejemplo de lo que digo podríamos hablar de los incontables proyectos que han solidificado varios de los miembros originales de los Iron Monkey, bandas como Eyehategod, Acid Bath, Grife, Armour Of God, Dukes Of Nothing o incluso los más experimentales y fuera del estilo Cripple Black Phoenix sin que ninguna de ellas haya llegado a copar la intensidad, brutalidad y calidad de éstos.

 

Pero de lo que no hay duda ninguna es que cualquiera que disfrute del estilo y los escuche por primera vez, o que vuelva a acudir a ellos con la esperanza de reencontrarse con aquella mítica banda que nos voló la cabeza con su Our Problem hace 20 años, no se verá defraudado en ningún momento obteniendo como resultado uno de los mejores discos de sludge en la historia del estilo. Si tuviéramos que comparar sus dos trabajos anteriores con la nueva época de los Iron Monkey los dos variantes más claras serían las siguientes:
-La voz de Rushby contra la del difunto Morrow, a lo que tengo que añadir que en ocasiones incluso me gusta más la de Rushby (algo que jamás hubiera pensado).
-Y por supuesto los tempos, aquí mucho más veloces y aniquiladores cortesía de un batería absolutamente inhumano. 

Poseedor de un groove machancate devastador, una sección rítmica capaz de demoler los cimientos de un eficio de 30 plantas, unas vocales que reventarán tus tímpanos haciendo sangrar tus orejas sin compasión y un empaque global tan jodido y devastador como meterte una barra de 20 cms de diámetro de acero candente por el recto, 9-13 es lo más cerca que vas a estar del infierno más desolador e incómodo en esta noche de Halloween.

Puntuación 9

martes, 24 de octubre de 2017

XAVIER CALVET (2017) Firebird


Después de enterarnos este mismo año de su colaboración en esa reciente obra titulada The Heartbreak Campaign del proyecto en el que colabora llamado Jamie 4 President (del que también hablaremos tarde o temprano por estos lares) pasando a formar parte de la banda de manera estable, Xavier Calvet acaba de estrenar   su primer disco en solitario titulado Firebird. Un disco que bebe claramente del americana, de la misma manera que bebe del country, del folk y del pop (o incluso el power-pop en algún momento) poniendo en nuestras mentes voces tan reconocibles como la de Ryan Adams, Evan Dando, Bruce Springsteen o mis amados Jimmy Eat World.

 

Destacando sobre el tapíz las nombradas influencias, Calvet consigue facturar una obra que desborda personalidad y actitud por los cuatro costados. Con la ayuda de su guitarra acústica y la de unos cuantos compañeros (y amigos) de profesión, Vidal Soler de Copa Lotus a la guitarra electrica, lap steel y mandolina, Guille Caballero de Els Surfing Sirles y Joan Colomo a los teclados, Enric Pla de Bullit y Víctor García de The Unfinished Sympathy y Dulce Pájara de Juventud a las baterías, Marc Clos de Nueva Vulcano y The New Raemon a las percusiones y el vibráfono, y el propio Santi Garcia de No More Lies y Jeremy Enigk al bajo, además de haberse puesto a los mandos de la grabación y la producción del disco, nada podía salir mal.

 

Enfocado desde una perspectiva personal y autobiográfica, tanto las formas (sumamente delicadas),  como el contenido (de una fragilidad emocional preciosa) y la interpretación (de una sinceridad arrebatadora), Firebird maneja conceptos tan emotivos como la vida, la muerte o las relaciones humanas con una valentia abrumadora. Puede que para algunos, sobretodo después de sus aventuras junto a Bullitt y su nuevo proyecto conjunto recién estrenado, esta faceta de Calvet se presente de manera sorpresiva, pero para los que conocen sus gustos y bandas favoritas, Firebird es la extensión natural de la formación musical de Xavier Calvet plasmada en disco.

Puntuación 9

lunes, 23 de octubre de 2017

BECK (2017) Colors


Plagado de luz y de color, el décimotercer álbum de Beck Hansen titulado Colors es una fiesta pop a todas luces que te pondrá a bailar, disfrutar y sonreir para verlo todo de la manera más positiva y colorista posible. Mientras que su anterior Morning Phase (un disco que funcionó a las mil maravillas tanto para la crítca como el público en general) utilizaba un tono melancólico evidente con un ritmo pausado y delicado, Colors sucumbe a la alegría, a la fiesta y al bailoteo actulizando su sonido a la era actual (acercándose al mainstream sin complejos) sin ceder un ápice de su peculiar personalidad y reutilizando las fórmulas que hacen de su música un mundo tan único y atractivo.

 

Firmando el trabajo bajo la batuta de Greg Kurstin (Sia, Adelle, Pink, Kelly Clarkson), el productor y multinstrumentista (amigo íntimo de Beck desde hace años) se ha encargado de encerrarse en el estudio para componer y tocar mano a mano junto a Beck este magistral Colors, un disco que posiblemente no todo el mundo lo coloque a la altura de barbaridades incontestables como el Mellow Gold o el Odelay, pero que merece todos los elogios y más. Si bien es cierto que el disco intenta llevar su estilo hasta las ligas más masificadas, es innegable que estamos ante un disco que mucho tiene que ver con la personalidad de Beck y su auténtica manera de hacer las cosas. Según Beck, el disco que más tenían ambos en mente a la hora de grabarlo era el Thriller de Michael Jackson.

 

Si tuviéramos que buscar una referencia dentro de su discografía que casara con el carácter y el espíritu de este Colors, sin duda alguna tendríamos que estar hablando de aquel discotequero y sumamente pop Midnight Vultures con el que Beck nos sorprendió y alucinó sin remedio a finales de la década de los 90. Por mucho que aquel fuera infinitamente más experimental que su nuevo disco, es indudable que el carácter pop desenfadado, alegre, funky y bailable de aquel se emparente enormemente con este Colors. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que Beck haya repetido disco (creo que eso es algo que Beck no podría hacer ni queriendo), estamos ante otra obra que brilla por sus propios méritos y engancha desde el minuto cero gracias a su desparpajo y accesibilidad inmediata, pero eso no quita que sea igual de reconocible que siempre y que pivote nuevamente dentro del variable, expandible y colorista universo de Beck Hansen.

Puntuación 9

jueves, 19 de octubre de 2017

DARK ROOMS (2017) Distraction Sickness


Daniel Hart es un genio, una mente privilegiada para lo músical y una persona con un sentido cinemático de su arte que va más allá de las cualidades naturales colocándolo en un lugar al que muy pocos mortales serán capaces de llegar en toda su vida. Así de claro, esa es la sensación que he tenido una vez escudriñada su carrera al máximo y comprobar los notables logros conseguidos tanto a nivel personal con sus Dark Rooms, como sus épicas y memorables colaboraciones junto a David Lowery construyendo los scores de sus tres últimos films. Y es precisamente en ese último, A Ghost Story (2017), en el que la canción de Dark Rooms, I Get Overwhelmed, se hace con el protagonismo absoluto en más de una secuencia tomando la melodía de su canción y convirtiéndola prácticamente en un personaje más de la historia.

 

A partir de ahí, y recuperando el score de la película a través de Spotify una vez enamorado de ella hasta las trancas al visionarla en el último Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges, es cuando empiezo a tirar de la manta y descubro que no solo ha realizado los nombrados scores de Ain't Them Bodies Saint (2013), Pete's Dragon (2015) y A Ghost Story (2017) además de haber firmado dos largos con sus Dark Rooms (siendo el último Distraction Sickness en el que aparece el tema central de A Ghost Story), estamos hablando de una fuerza musical capaz de hacer todo eso y girar y grabar con bandas tan dispares y creativas como St. Vincent, Swans, The Poliphonic Spree, Broken Social Scene o Sarah Jaffe, por nombrar algunas de ellas. Eso sin olvidarnos en ningún momento de su particular habilidad con el violín. Si eso no es ser un genio incontestable, que venga el Ghost y lo vea.

 

La verdad es que dentro de esta entrada tanto podría estar la banda sonora de A Ghost Story, tan magistral como el trabajo de Lowery tras de la cámara y con la que consigue un efecto que va mucho más allá del mero acompañamiento de las imágenes dando vida a una entidad con tanto peso e importancia (o incluso más) como la narración, los personajes y la propia dirección, como cualquiera de sus dos largos con Dark Rooms en los que practica una interesante suerte de indie electrónico, misterioso y épico a partes iguales, con el que derrite, inspira , deleita y alimenta tus sentidos de manera bárbara. Finalmente me he decidio por este Distraction Sickness, su último disco de estudio, para presentarlo en sociedad por todo lo alto (como se merece), pero os puedo garantizar que acudáis a la obra que acudáis en la que esté impreso su nombre, no os defraudará lo más mínimo.

Puntuación 9 disco Dark Rooms
Puntuación 10 score A Ghost Story

miércoles, 18 de octubre de 2017

C. TANGANA (2017) Ídolo


Ha tardado, pero al fin lo tenemos aquí. La obra construida por C. Tangana y Alizzz que lleva por nombre Ídolo es ya un hecho. Mucho se ha especulado sobre el disco, pero lo que podemos sacar en claro desde su primera escucha es que, Ídolo, es un disco de pop sin complejos (incluso se llegó a barajar el título de Nuevo Pop para él). Etiquetas como club, trap, rap o electrónica se diluyen por completo en un concepto pop que pretende follarse al mainstream nacional sin miramientos. Su intención es la de cambiarlo todo, los gustos, la estética, la manera de ver la escena, la industria, los contratos, las tendencias, los complejos, pero sobretodo Ídolo es el disco que debería dar voz a toda una generación de chavales (sobretodo en el sentido artísitco) que están deseando que todo este movimiento abra una nueva brecha en el pop nacional que sea capaz de competir con viejas y no tan viejas propuestas que pueblan el mainstream nacional desde siempre con una capacidad de repetición entre ellos que asusta y aburre a partes iguales.

 

Pero no nos engañemos, por mucho que estemos ante un disco de pop en el que lo bonito de sus formas y el estilazo que desprende sean características sumamente atractivas para el público, Tangana sabe como gestionar los conceptos y plasmarlos de manera notable en sus canciones. El amor/desamor (Mala Mujer), la competición (Caballo Ganador), el sexo (Pop Ur Pussy), el orgullo (De Pie), el poder (No Te Pegas), la fama (Tiempo), el vacile (Otro Hombre) o la propia industria (Inditex) son ideas que aparecen de manera repetida y constante en sus líricas. Artísticamente hablando estamos ante una obra riquísima, plagada de matices, conceptualmente tenemos un trabajo que describe más y mejor a un artista tan polifacético como polémico, pero es que musicalmente estamos ante un hito músical de proporciones épicas y sin precedentes.

 

Bajo mi punto de vista, poder escuchar un disco largo de Alizzz cantado por Tangana es algo con lo que he soñado durante mucho tiempo. Puede que la cara visible, las entrevistas y la fama se la siga llevando Tangana, pero estoy seguro al 100% que si este disco no lo hubiera producido Alizzz al completo, la cosa no hubiera salido ni la mitad de bien. Si en su día RDRumba o Griffy revolucionaron por completo la escena rap nacional con su clase y estilo, Alizzz ha conseguido recuperar esos niveles de excelencia para el productor de manera actualizada y convirtiéndose en el nuevo Rey Midas de la música urbana. El disco sin Alizzz sería algo totalmente distinto, incluso podría ser aburrido por momentos, pero como dúo, ahora mismo, son lo más bonito y precioso que ha parido el under patrio en eones, clase magistral. Actitud y estilo es Tangana, técnica y verstilidad es Alizzz, suma eso y tienes Ídolo, posiblemente el disco pop nacional del año.

Puntuación 10

lunes, 2 de octubre de 2017

18 VISIONS (2017) XVIII



Antes de empezar a desmenuzar lo nuevo de 18 Visions, me gustaría aclarar el porqué de la elección del mismo para éste fatídico Lunes post-votaciones en Cataluña. Obviamente, la música no tiene nada que ver con la política, al menos en este caso, pero es indudable que la fuerza, la rabia, el odio, la frustación y la tristeza que siento en estos momentos contra la raza humana (en particular contra las fuerzas de seguridad del estado y el Partido Popular) se manifiesta de manera brutal, descarnada, escesiva y, al menos en mi caso, necesaria, en cuanto le doy al play a este XVII. Un disco que me lleva a cuando tenía veintipocos y me hace recuperar la fuerza perdida con la edad, las responsabilidad y la familia. Esa es la razón de escoger lo último de 18 Visions, más allá de ser uno de los discos de regreso más sólidos y disfrutables del año.

 

Y saliendo totalmente del marco socio-político de Cataluña, tengo que aclarar que jamás me he decantado por ninguno de los dos bandos pero la violencia jamás la admitiré como respuesta, cuando en 2007 18 Visions decidieron poner final a su breve historia, que comprendía 5 discos y poco más de 10 años de carrera, la comunidad se quedó algo huérfana en ese sentido. Pero el gran mazazo al grupo todavía estaba por llegar. Mick Morris, bajista original de la banda, moría en 2013 a causa de una condición cardíaca que arrastraba desde hacía tiempo poco después de anunciar que, si por él fuera, la reunión de 18Visions era totalmente factible.

 

Pues bien, 11 años después de su último disco, ya fuera por concederle un último deseo a Morris, o simplemente porqué los planetas se han acabado de alinear para conseguirlo, 18 Visions vuelve a la palestra con un disco que recupera el espíritu de sus dos primeros discos, en los que le dieron una vuelta de tuerca al metalcore de la época (inundándonos de nostalgia por ello hasta las trancas) y deja prácticamente de la lado sus experiemntos más tranquilos y rockeros de sus últimas obras, plagando el disco de hardcore, metal, breakdowns y ese pequeño toque de numetal que siempre han practicado, para dejarnos una obra capaz de mirar de frente a sus primeras obras y que supera con creces todo lo editado porsteriormente a ellas. Sin duda alguna, mi mayor alegría ha sido la de recuperar a Keith Barney (un tipo al que tengo absolutamente idolatrado por sus trabajos en Death By Stereo y sobretodo en Throwdown) en una formación que completan James Hart, Trevor Friedrich y Josh Barney en sustitución del difunto Morris.

Puntuación 9