domingo, 31 de julio de 2016

DEBERES PARA LAS VACACIONES


Ha llegado mi monento, plego de currar por unos días, pero no sin antes dejaros unos cuantos discos para haceros las vacaciones, a algunos, el curro, a otros, o la espera, a pocos, lo más amena posible. Y comenzamos con lo último del gran Josh Davis a.k.a. Dj Shadow. 5 años después de su último disco (The Less You Know, The Better 2011), y 20 años después de su ya mítico y clásico debut (Endtroducing..., 1996), DJ Shadow regresa a la mesa que lo vio nacer y a los platos que forman parte de su ADN para entregarnos el que es, sin duda alguna, el disco más experimental, espacial, diferente y difícil de los que ha facturado en toda su carrera hasta la fecha. Desplazándose conscientemente de su propio estilo, aunque aquí sigue habiendo algún que otro pepinazo de rap gordo como la sorpresiva colabo con Run The Jewells titulada Nobody Speak o esa The Sideshow con Ernie Fresh, durante los casi 50 minutos de duración de este The Mountain Will Fall nos cuesta encontrarnos cara a cara con el familiar sonido del bueno de Davis. Eso, ni es bueno ni es malo, pero sí arriesgado.

 
16 años después de su olvidable último disco y 33 años después de aquel mítico y referencial debut de los Violent Femmes autotilado, un disco de los que más he quemado en mis reproductores desde hace unos 20 años que lo descubrí, he de admitir que el regreso de Gordon Gano y Brian Ritchie al frente de Violent Femmes dibujó una considerable sonrisa en mi cara, más aún cuando el batería que ha cerrado este renovado power-trío ha sido Brian Viglione (The Dresden Dolls), aunque al parecer solamente ha grabado el disco con ellos y poco más. We Can Do Anything suena a Violent Femmes por los cuatro costados, de eso no hay duda, el característico registro nasal de Gano y la visceral ejecución de la banda deja pocas dudas al respecto, el problema es que hay temas, como la festiva I Could Be Anything, en los que suenan a una caricatura de ellos mismos y eso no les hace ningún favor. Pero sobrepasados los prejuicios, puedo decir que lo he disfrutado lo suficiente como para hacerle un hueco por aquí. Lo que es innegable es que su particular mezcla de folk, indie y punk sigue sin sonar fechada y ahí sí que ganan la partida. Temazos como Holy Ghost son de lo más efervescentes.

 
En un momento en que etiquetas como pagan black metal o folk metal hacen que huya despavorido por culpa de propuestas que suenan a copia de la copia de la copia, dicha ramificación del metal se ha estancado y acomodado en una parcela demasiado conformista y previsible para mi gusto, me topo de bruces con los irlandeses Thy Worshiper y su cuarto largo llamado Klechdy para darme una buena colleja y hacerme saber que, con ellos a la cabeza, no hay nada perdido. Catalogados como pagan black, no seré yo quien lo discuta pero está claro que lo de Thy Worshiper es único e incomparable, mi primer encontronazo con ellos se ha convertido en un misterioso viaje, del cual ni se el origen ni tampoco el destino, plagado de texturas indescriptibles, multitud de capas emocionales, cánticos ancestrales  y ritmos tribales como no había escuchado en mucho tiempo. Cantado a dos voces, de las que podemos extraer varios regsitros de cada una, Marcin y Ana nos guían través de una experiencia ritualística y pagana comprable, al menos ideológicamente, a mis amados Wind Atlas. Tan indescriptible como accesible, este Klechdy es una maravilla para mis oídos.

 
Otra de esas maravillas extremas con las que me he topado estos últimos días ha sido el debut largo, 6 años después de entregar periódicamente toda una serie de demos, eps, splits y singles bastante solventes, del quinteto de Liverpool llamado Iron Witch con un disco, éste A Harrowd Down, en el que la densidad del sludge y la pesadez del doom se unen en una conjunción monolítica capaz de derrumbar las paredes de tu casa a base de descomunales vibraciones sonoras si no tienes cuidado con el volúmen. 6 temas de alto octanaje en 40 minutos de infarto preparados para hacerte perder el norte y desgarrar tus entrañas sin piedad ni miramientos. Solamente apto para diestros en la materia y con ganas de sentir el dolor.

miércoles, 27 de julio de 2016

COLDWORLD (2016) Autumn


Otra de esas imprevisibles sorpresas que nos ha dejado este 2016, es el regreso del alemán Georg Börner y su proyecto Coldworld, en el que es el único componente. Sorpresivo digo porque han tenido que pasar 8 años desde que Coldworld nos entregaran su debut y único largo hasta la fecha titulado Melancholie2, llamado así al estar considerado una continuación de su demo del mismo nombre. Con la experiencia adquirida que dan los años, una producción muy superior a la de su debut y un disco bajo el brazo que equilibra a la perfección las partes más siniestras y oscuras con las más luminosas y preciosistas, Coldworld nos entrega este descomunal Autumn en un momento en el que la escena DSBM es capaz de ofrecer una visión bastante alterada a la de sus orígines.

 

Si en su momento la mayoría de bandas adscritas a dicha ramificación del black metal acentuaban sus líricas y su actitud a través de la apología al suicidio y la automutilación, esa temática sigue presente en la escena de manera evidente, hay que admitir que gracias a bandas como Hypothermia y su último Svartkonst o ahora Coldworld con este Autumn, han obligado a una luminosa y considerable apertura de miras al estilo consiguiendo equilibrar esos sentimientos de melancolía, tristeza, desesperación y muerte con algunos de los pasajes instrumentales más preciosistas, luminosos, amables y agradables que ha parido el DSBM en su corta y creciente andadura.

 

Si bandas como Shining o Lifeover demostraron al mundo que el DSBM podía ganar adeptos prácticamente de la misma manera que lo hizo el black metal en su día,  Coldworld nos demuestra que dentro de esa etiqueta también se puede evolucionar sin necesidad de radicalizar aún más la propuesta obteniendo como resultado un disco más accesible, incluso agradable, repleto de variantes emocionales, de texturas en contraposición, de múltiples capas de sonido y de registros desgarradores, el segundo tema (Void) con la colaboración femenina es de una belleza cegadora, conducido a través de una capacidad instrumental desbordante, delicados arreglos  y una calidad compositiva más allá de lo imaginable. Una de las mayores y mejores bazas del disco es que se despliega dentro dentro del DSMB, pero el alcance de su brisa otoñal es capaz de llegar mucho más lejos que el propio estilo pisando terrenos que desplazan su propuesta considerablemente para acercarse sin complejos a la belleza más extrema y contundente haciéndolo visible tanto fuera como dentro del estilo y siendo capaz de enamorar a más de un@ de los detractores de esa ramificación del black metal. No vamos a decir que es un disco para todos los públicos, ya que eso sería un craso error, pero estoy seguro que cualquiera que disfrute de la música extrema en la mayoría de sus personificaciones, podrá encontrar en este Autumn uno de los remansos de paz más honestos, brutales y desgarradores que jamás haya tenido la suerte de escuchar. 

Puntuación 9

lunes, 25 de julio de 2016

THRICE (2016) To Be Everywhere Is To Be Nowhere



Sin previsión ninguna, y menos aún cuando hemos tenido a Dustin Kernsue girando en solitario desde entonces, 5 años después del punto y final marcado por la banda de California con el magnífico Major/Minor, el cuarteto llamado Thrice ha decidido reiniciar su carrera con este altamente sensitivo y contundente To Be Everywhere Is To Be Nowhere. Un disco que reúne las mejores cualidades del combo capiteaneado por Kernsue, tomando de todos y cada uno de sus mejores discos, para construir una obra que es una gloriosa y magistral llamada de atención en forma de brutal puñetazo encima de la mesa para reorganizar y relanzar su carrera y volver a la carretera para hacer lo que mejor saben hacer, temazos insuperables de rock sin etiquetas. 

 

5 años dan para mucho y a después de repartir geográficamente por varios estados a todos los componentes, dedicados durante estos años a sus familias sin estar del todo apartados del terreno musical, ha tenido que ser a partir de varias fechas que cerraron para los festivales de verano del pasado 2015, que la banda decidiera volver al estudio para grabar un nuevo disco. Enviándose las demos a través de la red y completando el disco y sus composiciones de manera digital, To Be Everywhere Is To Be Nowhere es el disco más socialmente comprometido y tímidamente político de Thrice de toda su discografía.

 

Estamos líricamente ante el disco más maduro de Thrice, de eso no hay duda, y puede que ante el más accesible musicalmente también, aunque mi amor eterno por el Beggars ponga a éste en segundo plano, pero si Biffy Clyro ha realizado el disco más accesible y menor de su carrera, Thrice ha hecho lo mismo pero con resultados mucho más convincentes. To Be Everywhere Is To Be Nowhere es un disco emocional, directo y sólido que bebe de sus propias influencias, The Artist In The Ambulance, Vheissu, The Alchemy Index Ep's, Beggars y Major/Minor aparecen reflejados en varias de las composicones del álbum, es innegable que Thrice se las ha vuleto a ingeniar para entregar una obra única, rebosante de personalidad y disfrutable al máximo. Caminando todavía por un terreno familiar para la banda, su último disco nos presenta a unos Thrice renovados, resurgidos y fuertes como una roca.

Puntuación 8

jueves, 21 de julio de 2016

FRANKIE COSMOS (2016) Next Thing



En un momento en el que el pop sobreproducido y descomunal triunfa por todo lo alto, un buen ejemplo de ello son los Arcade Fire, gente como mi adorada Waxahatchee o esta jovencísima Frankie Cosmos ofrecen la perfecta contraposición a esa vertiente desnudando al máximo la simpleza del pop y exponiendo el equilibrio perfecto entre guitarras facilonas, sintetizadores simplistas y líricas poéticas para entregar auténticas perlas de pop insuperables con una personalidad absolutamente refrescante y disfrutable. Con una friolera de 45 referencias digitales lanzadas desde su plataforma de bandcamp, el estreno físico de Greta Kline, la neoyorkina de 22 años que se esconde bajo es pseudónimo de Frankie Cosmos, es, sin lugar a dudas, su mejor y mayor esfuerzo hasta la fecha. 


Con un artwork de portada claramente pop, realizado por la artista Meredith Wilson, el debut físico de Frankie Cosmos se deplega en 15 píldoras musicales capaces de hacerte llorar de emoción, elevarte al cielo del pop más ansiado y darte cuenta de lo necesario y valioso de un álbum de estas características. Líricamente impecable, tanto es así que se la ha comparado con poetas de la talla de Lydia Davis o Maggie Nelson, la capacidad de Kline para concentrar en canciones de poco más de 2 minutos su personal visión de las relaciones humanas y la vida en sí misma, es simplemente arrebatadora. Con una duración total que no llega a los 30 minutos Next Things es una de las grandes hazañas musicales del año.


Enganchados en una colaboración musical que va más allá de lo profesional, Aaron Maine de los Porches, actual pareja de la Kline quien también colabora con ellos en sus lanzamientos, ha sido una de las piedras angulares de la interpretación musical del disco, aunque también hay un par de colaboraciones vocales conjuntas en este Next Thing, elevando aún más si cabe las habilidades de la Kline y las de este impresionate Next Thing. Dotoda de una sensibilidad especial para el pop de bajas frecuencias y con una juventud que nos deparará grandes obras en el futuro, estoy seguro que este Next Thing se convertirá en su referencia más importante de su carrera.

miércoles, 20 de julio de 2016

ROCKFEST 2016 Viernes 15 - Sábado 16 - Domingo 17

VIERNES 15 de Julio

Mi estreno en el ya famoso RockFest de Barcelona en su tercera edición, concretamente el Viernes, venía premiado con la visita de Orphaned Land, Moonspell, Coroner, Heaven Shall Burn, Kreator y el boss absoluto King Diamond. Un cartel que, sin que estuviera globlamente a la altura de otros años, se presentaba de lo más goloso para mis filias metaleras. Empezando con unos Orphaned Land bastante tempraneros y correctos, a la 13.20 bajo un sol de justicia, he de decir que es la vez que menos me han gustado en directo de las tres que los he visto. Achacándole la normalidad del concierto de Orphaned a las horas, la luz solar y un sonido que le faltaba pulir un poco para sonar de fábula, acto seguido entraban Grave Digger en el escenario contiguo para deleitarnos con su clásico y sudoros powermetal resultando en un concierto que, sin ser de mi interés, disfruté notablemente gracias a la entrega y la calidad de una banda que desprendía metal por los cuatro costados. De nuevo, y con una puntualidad alemana, pasábamos al otro escenario del Festival para disfrutar de los portugueses Moonspell, a los que el sonido les jugó una mala pasada ofreciendo un show que no estuvo a la altura de sus posibilidades ni de lejos. Llegaba la hora de Dragonforce y mis queridos Coroner, de los que tuve que pasar por curro para llegar de nuevo al recinto a las 19.30 y disfrutar como un poseso, esta vez sí que con un sonido atronador, arrollador e incendiario, con el concierto de los alemanes Heaven Shall Burn. Sin duda alguna el segundo mejor del día, hasta ese momento, a años luz del resto. Con un show que no dejó títere con cabeza y puso al respetable on fire durante la hora que duró la impresionante batalla campal que montaron, varios wall-of-death y varios circle-pits se sucedían continuamente en las primeras filas compensando la entrega del público y de la banda en un equilibrio tan caótico como descomunal. Omitiré lo de Mago de Öz ya que una banda que saca una polla vestida con capa de Superman al escenario no merece ni una de mis palabras. Y llegaba la hora de otra plato fuerte, los putos amos del thrash teutón subieron a las tablas del escenario del RockFest para desgranar un set-list perfecto en el que la pega mayor fue un sonido que, aparte de muy bajo de volumen, hacía que las guitarras de la banda sonaran prácticamente en segundo plano estropeando de manera estrepitosa lo que podía haber sido uno de los mejores conciertos del festi. Sin lugar a dudas la peor de todas las veces que los he visto en directo. A Blind Guardian también los omitiré, que, aún sonando algo mejor que Kreator, tampoco es que gozaran de un sonido perfecto. Mi teoría es que en ese escenario los Heaven Shall Burn petaron algo en el sonido y desde entonces nadie más consiguió sonar bien en él. Y llegaba el plato fuerte, el señor del averno, King Diamond. Poco voy a decir más que presencié uno de los mejores conciertos de mi vida y que tanto la puesta en escena, el sonido, la banda y el propio Diamond dejaron el listón a una altura inalcanzable para el resto de mortales. Momentos para el recuerdo como cuando apuñala al bebé en la boca y cuando lo tira al vacío, sin olvidarse de toda la teatralidad que le pone Diamond a sus actuaciones y la clase magistral a la guitarra de un Andy LaRoque estelar, o incluir Halloween, Come To Sabbath y Sleepless Nights en el set-list, quedarán para siempre grabados a fuego en mi memoria.

SÁBADO 16 de Julio

El Sábado comenzaba para mí a las 16.30, ya que el curro me obligaba a omitir las propuestas más tempranas del Festival con Battle Beast a las 14.25 como único interés por mi parte, y tampoco mucho la verdad. Pero fue llegar y ver como los americanos Armored Saint subían a las tablas del escenario para repartir estopa a placer con su thrash metal moderado, pasado por el filtro del power, en el que, sin lugar a dudas, John Bush es la estrella más luminosa del grupo con diferencia. Su paso por Anthrax lo recuerdo con mucho cariño, además de haberlos visto un par de veces con él de frontman, pero hay que admitir que a los Armored Saint les hace falta comer muchas sopas para llegar al nivel de los de Scott Ian. Aún con esas, el directo de Armored Saint fue más que correcto con un sonido que ya dejaba entrever el problema que íbamos a sufrir durante todo el día. Tocaba el turno de Unisonic, en los que militan Michael Kiske y Kai Hansen de Helloween, con un concierto en el que el rock se fusionaba con el metal con unos resultados nada comparables a ninguna de sus bandas madres. Prueba de ello es que tuvieron que sacarse de la manga la esperada versión del I Want Out de Helloween, momento que todo el mundo celebró por todo lo alto cantando el tema como si no hubiera un mañana. Justo después llegaba otro de los platos fuertes para mí, el concierto de OverKill. Su explosiva mezcla de thrash, crossover, punk y burrismo hizo las delicias de muchos, pero una vez más el sonido volvió a jugarnos una mala pasada y su batería de riffs incontestables y sus incendiarias composiciones se quedaron a medio gas cuando comprobamos que la batería, el bajo y la voz se comían sin complejos a las dos guitarras, pilares básicos de sus temones. Exactamente lo mismo que el día anterior con Kreator. Una pena ya que tanto la banda como el set-list estuvieron impecables. ¿Barón Rojo?... a cenar. Y finalmente llegaba el momento más esperado. Más de 20.000  personas, de los cuales muchos eran niños con sus padres, se concentraron el Parque Can Zam de Santa Coloma para ver a la Doncella de Hierro presentado su descomunal The Book Of Lost Souls. Teniendo en cuenta que según los que asistieron al Resurrection el concierto del Rock Fest estuvo mucho mejor, he de decir que de las 3 veces que los he visto ha sido la que peor sonido han tenido con diferencia. Problema que arrastraron prácticamente todas las bandas ese día. Con un set-list que encontró el perfecto equilibrio entre sus composiciones más actuales y los clásicos imperecederos de la banda inglesa, el incombustible Bruce Dickinson dio una vez más otro de sus shows ultra-dinámicos y enérgicos a más no poder únicamente igualado por el maestro Janick Gers que no para de danzar, saltar y disfrutar como un niño, sentimiento que traspasa al público de manera inevitable, durante las dos horas de show que ofrecieron los Maiden. Conclusión: a King Diamond no hay Dios, ni Demonio, que se lo coma.

DOMINGO 17 de Julio

Y llegaba el día grande, el Domingo. Día en el que, aún teniendo que trabajar a la  mañana siguiente, nada me podía quitar las ganas de ver a Obituary, Anthrax, Amon Amarth, Thin Lizzy, Whitesnake, Twisted Sister y Slayer de una tacada, aunque claro, eso si no contamos con el sonido. Llegando para petarlo en Obituary, el combo de los hermanos Tardy llegó, cumplió y venció con un show, hay que decir que bastante clavado al que hicieran la última vez en la Razzmatazz de Barcelona, que no hacía prisioneros. Todo el que tuvo las ganas de batallar con el sol a eso de las 16.30 de la tarde, acabó literalmente muerto después del arrollador asalto de death metal con el que nos castigaron magistralmente los de Florida. Cada vez más gordos, en todos los sentidos, Obituary se crecieron con clásicos como Slowly We Rot o Chopped in a Half, de la misma manera que lo hicieron con sus temas más actuales con los que volvieron a sorprender muy gratamente. Sonaron como una auténtica apisonadora perfectamente engrasada y puesta a punto. Los putos amos. ¿Impelliteri?...corramos un tupido velo. Volvemos al primer escenario del Rockfest para encontrarnos con los míticos Anthrax presentado su segundo disco desde que regresó a sus filas el añorado por muchos y venerado por todos Joey Belladona. Era mi momento de desempatar habiendo visto 2 veces a Bush y tan solo una a Belladona al frente de Anthrax. Puede ser que sea por que los acabo de ver y su concierto me pareció descomunal, festivo, magistral, enérgico, vitalista, divertido, cañero, honesto, contagioso, visceral... vamos, una fiesta thrash en su más pura representación, pero si tengo que escoger una de las 4, fijo que me quedo con ésta. Se cascaron todos los clásicos habidos y por haber, Caught In A Mosh e Indians incluidos, además de soltar algún que otro tema nuevo que si hay que decir la verdad poco o nada desentonaban con sus clasicotes ineludibles. Por el momento, y con el permiso de King Diamond, el mejor concierto del Festival. Era la hora de los Vikingos y Amon Amarth saltaban al ruedo con decorados incluidos, y hasta un barco sobre el escenario, para desgranar un set-list que hacía poner nuestros cuernos en alto, beber cerveza como descosidos y clamar al dios Thor por las batallas venideras. Un directo ensordecedor, galopante y arrollador que puso al combo sueco en el punto de mira de muchos. Y llegaba el momento de cenar y de ver los toros desde la barrera. A Thin Lizzy, o la mejor versión de ellos ya que el único miembro original era el guitarrista, los vi sentadito desde las pantallas mientras cenaba y tomaba algo. Con el bajista de Aerosmith, el batería de Judas Priest y el cantante de Almighty a la cabeza, Thin Lizzy no se dejó ni un hit en el tintero en un show de lo más entretenido y completo. Lo mismo pasó con Whitesnake, destacando sobre todos los demás su increíble batería. Un show con todos los hits ineludibles de la Serpiente Blanca y un Coverdale que, sin gozar de su reconocible registro al máximo, la edad es lo que tiene, consiguió rubricar una actuación notable. Y por tercera vez consecutiva y diciendo que era, nuevamente, su último show antes de dejarlo, Twisted Sister bordó una actuación al nivel de Anthrax, King Diamond y Obituary consiguiendo el ansiado 10 sin mayor problema. Espero verlos el año que viene de nuevo. Y para finalizar tocaba el plato fuerte, Slayer. Después de disfrutar la mayoría del día de un sonido prácticamente perfecto, llega Slayer y suena en mono, sí, sí, en mono. Eso significa que si te ponías a la derecha del escenario oías la guitarra de King y a la izquierda la de Holt, si te ponías más o menos en el centro se oían las dos pero más bajas. Algo incomprensible, lo sé, pero así fue. A parte de encontrarnos con un Araya con el hippismo subido expeliendo amor hacia todos por todos los poros de su cuerpo y estar todo el concierto estático. Eso no era Slayer ni de lejor, una pena. Si no llega a ser por la compañía me hubiera ido en la primera canción.

jueves, 14 de julio de 2016

GARBAGE (2016) Strange Little Birds



Prácticamente 15 años después de publicar el disco que los hizo caer empicado, Beautiful Garbage (2001) suposo un descalabro descomunal tanto por parte de la crítica como del público después de firmar dos de los discos más importantes de finales de los 90, Garbage (1995) y Version 2.0 (1998), hay que decir que, aún volviendo como lo hicieron en 2005 con Bleed Like Me, desde entonces no han conseguido levantar cabeza. 7 años después de aquel discreto regreso volvieron a la palestra con el también fallido Not Your Kind Of People (2012), un disco que tampoco cumplía las expectativas ni de lejos, y ahora, 4 años después de aquel disco, vuelven a probar suerte en el estudio con este Strange Little Birds, y puede que esta vez hayan acertado y todo.

 

Ya no sé si realmente estamos ante un disco notable, dentro de la discografía de Garbage no es algo difícil de conseguir vista la poca repercusión de sus tres últimos discos, o si realmente lo único que tenemos entre manos es un disco bastante superior a sus últimos despropósitos de estudio. La cuestión es que 20 años después de su debut, Garbage sigue en la brecha intentando hacerse un hueco en el manstream más exigente con un disco que rememora intencionadamente sus primeros pasos, es innegable que canciones como Blackout, Empty o We Never Tell toman prestadas ideas de su insuperable debut, consiguiendo un disco lo suficientemente interesante como para disfrutarlo sin demasiadas objeciones. La similitud de portadas es también muy evidente. 

 

Por supuesto que nada tiene que ver con el nivel presentado en sus dos primeras obras, pero es indudable que estamos ante el mejor disco de Garbage en 15 años, y eso es algo que se nota y nos pone de muy buen humor. Producido coralmente entre el propio grupo, Steve Marker y Bill Bush, marido de la Manson desde hace 6 años, consiguiendo un extraño y oscuro cóctel en el que el indie y el rock se mezclan a placer con los sintes y las bases hip-hoperas, como bien manda la tradición de la banda, resultando en una obra que sin poder mirar de frente a sus hermanos de los 90, vapulea a placer cualquier disco posterior al Beautiful Garbage, disco que personalmente me parece totalmente rescatable.

Puntuación 7 

lunes, 11 de julio de 2016

MODERN BASEBALL (2016) Holy Ghost


Después de otra semana de curro criminal, de un fin de semana movidito con el Cruïlla del Sábado de pormedio (ya hablaremos de ello) y unos días en los que han caído en mis manos algunos de mis discos más esperados del año, Blink 182 con un disco más que correcto, Biffy Clyro con el que posiblemente sea el batacazo más gordo del año, lo nuevo de Beth Orton y de Band Of Horses a los que todavía le estoy dando las vueltas pertinentes, Big Business, Chevelle, Hi-Rez, Inter Arma, Cradle Of Filth... pero bueno, he de decir que hasta el momento ninguno de ellos me ha parecido lo suficientemente destacable como ocupar un espacio en mis Píldoras, hoy vengo con un disco humilde, sencillo, pero tan certero y sincero que va directo al corazón, al menos al mío. 

 

Modern Baseball se forjan en Maryland de la explosiva amistad musical nacida entre Jake Ewald y Brendan Lukens dando a luz a su debut Sports (2012). Disco que les ofrece la oportunidad de girar localmente para lo que recurren a Sean Huber y Ian Farmer para completar la base rítmica como batería y bajo respectivamente. Mudados ya a Philapelphia, la cosa comienza a tomar forma y empiezan a ser reclamados en salas más grandes llevándoles a firmar una segunda obra superior a su debut llamada You're Gonna Miss It All (2014). Con su segundo disco, Festivales de los States se los empiezan a rifar y su popularidad empieza a su subir como la espuma. 

 

Pero después de firmar dos discos en la mejor de las tradiciones del emo americano más teenager, sus dos primeras obras miran de frente a las redes sociales y a las nuevas tecnologías para componer una oda juvenil al amor y al desamor de lo más actual e identificable, su tercera obra es poseedora de una madurez compositiva y letrísitica más allá de lo esperado. Tomando como temas a tratar más profundos y trascendentales, actitudes ante la vida, formas de expresión, lugares en los que refugiarse, gente en la que confiar, experiencias personales cruciales, el disco está compuesto por una cara A en la que es Jake Ewald el que compone y canta los temas y una segunda cara B en la que ha sido Brendan Lukens quien escribe y articula sus letras. 

 

Indagando un poco sobre este cambio de tercio en las letras, algo que en la mayoría de grupos se puede achacar a la llegada del sentimiento adulto y comprometido que te hace crecer como persona, en los grupos emo todo toma un carácter mucho más dramático, serio y fatalista. En la mejor tradución de bandas como Say Anything o Brand New, por nombrar un par de bandas del estilo lideradas por seres realmente torurados internamente, Brendan Lukens sufre una crisis de personalidad que lo lleva a recluirse en su casa, fumar cantidades ingentes de marihuana, automutilarse con cuchillos e incluso llegar a un intento de suicidio. Puesto en manos de profresionales le diagnostícan una crisis maníaco-depresiva con tendencias suicidas y bipolaridad. Pero por la parte de Jake Ewald las cosas tampoco es que fueran de maravilla, el pilar más sólido de su familia, su abuelo, muere durante este trasncurso separándose irremediablemente y de momento de su necesitado amigo Brendan, a la vez que Jake también conoce a la chica de su vida, repercutiendo al resto de los componentes y entrando en un momento de incertidumbre peligroso para una banda tan joven. Pero gracias de nuevo a la sólida amistad entre Jake y Brendan las cosas han vuelto a su cauce, superadas las inseguridades de Brendan y la muerte del abuelo de Jake, Sean y Ian volvían a la banda y al estudio para parir este insuperable Holy Ghost. Sin duda uno de los discos del año y uno de los mejores del estilo desde sus inicios.
Puntuacion 10

miércoles, 6 de julio de 2016

MASSIVE ATTACK (2016) Ritual Spirit

 
Los espacios entre los discos de Massive Attack se han visto considerablemente ampliados desde que la década pasada comenzara a correr. Sus tres primeros discos, referenciales como pocos dentro del desarrollo de la electrónica moderna y cruciales indudablemente para eso que vino a llamarse trip-hop (por algo se les puede considerar los padres de tan denostada etiqueta), estaban separados entre ellos por no  más de cuatro años. Una regularidad que ya no era ninguna maravilla, pero es que desde el Mezzanine hasta el 100th Window ya esperamos la friolera de cinco años, dato que se vio acusado más aún con la salida del Heligoland siete años después. Para los fans es uno de los mayores suplicios, más aún cuando todos y cada uno de los discos de Massive Attack son descomunales obras maestras de orfebrería musical, lo de tener que esperar.

 

Pues bien, seis años después del colosal Heligoland Massive Attack vuelve a la carga con un breve Ep, de tan sólo cuatro temas, producido íntegramente (se comenta que ayudado de la aplicación para remixar tus propios temas llamada Fantom) por Robert "3D" Del Naja, 50% del dúo de Bristol completado por Grant "Daddy G" Marshall quien ya ha anunciado su próximo Ep para finales de año bajo el nombre de Massive Attack y que se convertirá en el necesario accesorio complementario para este Ritual Spirit. Y digo yo... -¿no podrían haberse esperado un poco más y realizar un disco conjunto con 10 temas aunque estuviera producido por separado como es la idea de los Ep's?-. Estoy de acuerdo en que el trabajo de Massive Attack nunca ha empezado ni finalizado con su faceta artística bajo el "colectivo" al que dieron a luz a principios de los 90, lo suyo siempre ha pasado por el concepto de multitarea y multifunción abarcando varios campos artísticos e introduciendo sus tentáculos politico-sociales más allá de sus educacionales directos, pero para los que nos movemos emocionalmente con sus pulsiones orgánico-digitales en formato disco y directo, necesitamos más de ellos en ese sentido.

 

Pero centrándonos en la obra que nos ocupa, una vez más y sin ningún apunte para que no sea así, Massive Attack entrega una obra compleja, original, diferente y sumamente creativa. Retomando a algunos de sus antiguos colaboradores vocales, en la última Take It There nos encontramos con Tricky compartiendo micro con 3D, lo que más soprende es la inclusión de Young Fathers, trío escocés inclasificable, en la psicotrópica Vooddoo In My Blood, el vídeo del tema tampoco tiene desperdicio, y con los que además están de gira actualmente (en breve por Portugal y en el FIB) haciendo actuaciones conjuntas. El segundo tema, el cual lleva el nombre del EP, viene vocalizado por la/el desconocid@ Azekel (hasta el momento mi tema favorito del EP aunque todavía no tengo claro si es voz femenina o masculina) y el primero por el insuperable Roots Manuva. De nuevo, y aunque se pueda echar de manos al abuelete de Horace Andy, los colaboradores escogidos son oro puro para el EP, como siempre esta gente sabe a donde acudir para redondear y pulir al máximo sus composiciones.

Puntuación 9