domingo, 31 de julio de 2016

DEBERES PARA LAS VACACIONES


Ha llegado mi monento, plego de currar por unos días, pero no sin antes dejaros unos cuantos discos para haceros las vacaciones, a algunos, el curro, a otros, o la espera, a pocos, lo más amena posible. Y comenzamos con lo último del gran Josh Davis a.k.a. Dj Shadow. 5 años después de su último disco (The Less You Know, The Better 2011), y 20 años después de su ya mítico y clásico debut (Endtroducing..., 1996), DJ Shadow regresa a la mesa que lo vio nacer y a los platos que forman parte de su ADN para entregarnos el que es, sin duda alguna, el disco más experimental, espacial, diferente y difícil de los que ha facturado en toda su carrera hasta la fecha. Desplazándose conscientemente de su propio estilo, aunque aquí sigue habiendo algún que otro pepinazo de rap gordo como la sorpresiva colabo con Run The Jewells titulada Nobody Speak o esa The Sideshow con Ernie Fresh, durante los casi 50 minutos de duración de este The Mountain Will Fall nos cuesta encontrarnos cara a cara con el familiar sonido del bueno de Davis. Eso, ni es bueno ni es malo, pero sí arriesgado.

 
16 años después de su olvidable último disco y 33 años después de aquel mítico y referencial debut de los Violent Femmes autotilado, un disco de los que más he quemado en mis reproductores desde hace unos 20 años que lo descubrí, he de admitir que el regreso de Gordon Gano y Brian Ritchie al frente de Violent Femmes dibujó una considerable sonrisa en mi cara, más aún cuando el batería que ha cerrado este renovado power-trío ha sido Brian Viglione (The Dresden Dolls), aunque al parecer solamente ha grabado el disco con ellos y poco más. We Can Do Anything suena a Violent Femmes por los cuatro costados, de eso no hay duda, el característico registro nasal de Gano y la visceral ejecución de la banda deja pocas dudas al respecto, el problema es que hay temas, como la festiva I Could Be Anything, en los que suenan a una caricatura de ellos mismos y eso no les hace ningún favor. Pero sobrepasados los prejuicios, puedo decir que lo he disfrutado lo suficiente como para hacerle un hueco por aquí. Lo que es innegable es que su particular mezcla de folk, indie y punk sigue sin sonar fechada y ahí sí que ganan la partida. Temazos como Holy Ghost son de lo más efervescentes.

 
En un momento en que etiquetas como pagan black metal o folk metal hacen que huya despavorido por culpa de propuestas que suenan a copia de la copia de la copia, dicha ramificación del metal se ha estancado y acomodado en una parcela demasiado conformista y previsible para mi gusto, me topo de bruces con los irlandeses Thy Worshiper y su cuarto largo llamado Klechdy para darme una buena colleja y hacerme saber que, con ellos a la cabeza, no hay nada perdido. Catalogados como pagan black, no seré yo quien lo discuta pero está claro que lo de Thy Worshiper es único e incomparable, mi primer encontronazo con ellos se ha convertido en un misterioso viaje, del cual ni se el origen ni tampoco el destino, plagado de texturas indescriptibles, multitud de capas emocionales, cánticos ancestrales  y ritmos tribales como no había escuchado en mucho tiempo. Cantado a dos voces, de las que podemos extraer varios regsitros de cada una, Marcin y Ana nos guían través de una experiencia ritualística y pagana comprable, al menos ideológicamente, a mis amados Wind Atlas. Tan indescriptible como accesible, este Klechdy es una maravilla para mis oídos.

 
Otra de esas maravillas extremas con las que me he topado estos últimos días ha sido el debut largo, 6 años después de entregar periódicamente toda una serie de demos, eps, splits y singles bastante solventes, del quinteto de Liverpool llamado Iron Witch con un disco, éste A Harrowd Down, en el que la densidad del sludge y la pesadez del doom se unen en una conjunción monolítica capaz de derrumbar las paredes de tu casa a base de descomunales vibraciones sonoras si no tienes cuidado con el volúmen. 6 temas de alto octanaje en 40 minutos de infarto preparados para hacerte perder el norte y desgarrar tus entrañas sin piedad ni miramientos. Solamente apto para diestros en la materia y con ganas de sentir el dolor.

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