La maduración (más de 10 años desde sus inicios) y los considerables cambios de formación sufridos a lo largo de esos años (primero los hermanos Farro y más tarde Jeremy Davis), ha llevado a Paramore hasta un punto de inflexión bastante alejado de lo que (re)presentaban en sus inicios. Ese rollo adolescente flequillero en el que el punk-pop de alto carácter emocional era el protagonista principal (prácticamente en sus tres primeros discos fue así), ha sido consumido totalmente hasta llegar a un punto en el que los ritmos caribeños, el pop ochentero y el rock de estadios se ha sobrepuesto a esa actitud juveniloide sofisticando y acertando su propuesta de manera bárbara y radical.
Tomando como punto de referencia el pop ochentero, como ya he comentado, la imbatible Hayley Williams, el recién recuperado Zac Farro y el de nuevo batería Taylor York firman un disco en el que la libertad estilística, la pasión por la variedad y el desplazamiento formal de la juventud que otorga la edad adulta (cerca de los 30 todos) resultan en una obra agradable, soprendente, refrescante y con una capacidad de entretenimiento muy superior a la mostrada en su anterior referencia. Tocados por momentos por la varita mágica de la música disco y producido por el propio York y Justin Meldal-Johnson After Laughter pisa sin complejos la new-wave y el synth pop de los ochentas con todas sus ramificaciones y consecuencias.
Algo de lo que Hayley no se ha desentendido para nada es de ese tono fatalista y despresivo de sus letras, un tono que casaba a la perfección con el carácter rebelde y adolescente de sus primeros discos pero que aquí contrasta sobremanera con lo divertido, bailable, disfrutable y luminoso de su sonido. En conclusión, cualquiera que se apeara de ellos con su anterior disco, lo hará todavía más en este, pero para los que encontraron un nuevo potencial a explotar en su anterior obra autotitulada, encontrará aquí un nuevo y ampliado patio de recreo en el que disfrutar con las nuevas atracciones y las nuevas luces de colores. Amantes de las Haim o de Carly Rae-Jepsen, dadle a esto que se sale mucho.
Tomando como punto de referencia el pop ochentero, como ya he comentado, la imbatible Hayley Williams, el recién recuperado Zac Farro y el de nuevo batería Taylor York firman un disco en el que la libertad estilística, la pasión por la variedad y el desplazamiento formal de la juventud que otorga la edad adulta (cerca de los 30 todos) resultan en una obra agradable, soprendente, refrescante y con una capacidad de entretenimiento muy superior a la mostrada en su anterior referencia. Tocados por momentos por la varita mágica de la música disco y producido por el propio York y Justin Meldal-Johnson After Laughter pisa sin complejos la new-wave y el synth pop de los ochentas con todas sus ramificaciones y consecuencias.
Algo de lo que Hayley no se ha desentendido para nada es de ese tono fatalista y despresivo de sus letras, un tono que casaba a la perfección con el carácter rebelde y adolescente de sus primeros discos pero que aquí contrasta sobremanera con lo divertido, bailable, disfrutable y luminoso de su sonido. En conclusión, cualquiera que se apeara de ellos con su anterior disco, lo hará todavía más en este, pero para los que encontraron un nuevo potencial a explotar en su anterior obra autotitulada, encontrará aquí un nuevo y ampliado patio de recreo en el que disfrutar con las nuevas atracciones y las nuevas luces de colores. Amantes de las Haim o de Carly Rae-Jepsen, dadle a esto que se sale mucho.
Puntuación 9
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