Probablemente la banda con la más me he sentido musicalmente indentificado y emocionalmente ligado en toda mi vida. Lo digo con convicción y sabiendo que en mi evolución musical como oyente he tenido (y tengo) decenas de bandas favoritas en todos los estilos habidos y por haber, pero desde que The unfinished Sympathy debutaran en largo con aquel disco autitulado para Bcore a principios de la década pasada (su nacimiento data justo en el cambio de milenio), el amor a primera vista, el flechazo inmediato, precisamente ese CRUSH! del que habla el disco, es lo que sentí y singo sintiendo cada vez que los escucho. Desde entonces, mi relación con su música no ha ido más que en aumento hasta el día de hoy. Disfrutando, viviendo y devorando cada acorde y cada letra como si me fuera la vida en ello, lo integrados que los tengo en mi ADN desde hace casi 20 años los hace poseedores del título de mi banda favorita nacional de todos los tiempos.
Desaparecidos de los escenarios (y los estudios de grabación) como banda durante 5 largos, duros y tristes años, el regreso por todo lo alto lo protagonizaron en el 2015 con un histórico y épico concierto en el Apolo conmemorando el 25 aniversario del sello Bcore en el que nos pusieron a todos por las nubes con una actuación que, aunque algo breve, demostró que los Unfinished siguen teniendo el mojo-hyper-molón y la fuerza arrebatadora del directo absolutamente intacta. Convencidos de nuevo de su potencial como banda y habiendo girado por la geografía española durante los meses posteriores al citado concierto de reunión, el súpergrupo fromado por Èric (Fuentes), Víctor (García), Oriol (Casanovas) y Joan (Colomo) se meten en el estudio una vez más, junto al imprescindible Santi García, para facturar el esperadísimo sexto disco de The Unfinished Sympathy y salir de allí con un nuevo catálogo de redondeces pop marca de la casa absolutamente irresisitble.
It's A Crush! es breve, directo, conciso y perfecto hasta en su imperfección. Un disco de esos que no eres capaz de quemar ni poniéndolo 20 veces al día, de esos que puedes dejar en bucle infinito durante días y salir de casa todos y cada uno de esos días igual de enchufado que el primero. Un disco que es capaz de hacerte pasar por incontables cambios emocionales de manera vertiginosa en formato roller-coaster y salir de él renovado, con fuerzas y con unas ganas locas de volver a pincharlo. Temas como la dura Narcotic Fiancee, la emotiva Sentimental Shock, la inicial Goodbye/Hello, la sugerente Sensual Tension, la sorprendente Eyes Get Used To Darkness, la musculada Christen Me, la divertida The Wellfare State, la preciosa Loveshake, la oscura Night Shift, la seria A Joyful Dirge o la frágil Vapor Stairs (las he dicho todas, sí, ¿qué pasa?), se han convertido ya en imbatibles e imborrables delicias pop en forma de breves y certeros pildorazos musicales capaces de alegrar, facilitar y acompañar mi vida de la mejor manera posible, con la música que más me llega y que más me mueve por dentro... y por fuera. Obviamente el disco está producido y masterizado por los hermanos García en los Ultramarinos Costa Brava (como no podía ser de otra manera), una vez más y por siempre (por favor).
Sé que ellos mismos no lo tendrán en cuenta, pero estamos hablando de uno de los súpergrupos más descomunales que tenemos dentro de nuestras fronteras. Para los que no sepan nada de ellos como músicos fuera de The Unifinished Sympathy, os digo que a poco que rasquéis mínimamente en los diversos proyectos en los que milita y ha militado cada uno de ellos, os podéis pegar una sesión imbatible de estilos, propuestas y direcciones musicales tan variadas, ricas, creativas y diversas que cualquier amante de la música se debería hacer polvo de placer con ella.
Puntuación 10
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