En un momento en el que tanto el post-metal como el post-rock, dos estilos que van muchas veces de la mano y nacen de las mismas referencias, han llegado a un punto de saturación que sobrepasa lo excesivo, tanto es así que hay dos bandas nuevas por cada una que plega, combos como el quinteto londinense Latitudes se erigen como una de las facciones más geniunas, originales y poderosas del estilo gracias a su hablidad por crear campos de ejecución en los que los extremos se tocan, la búsqueda del riff perfecto no finaliza jamás y la capacidad para sorprender y electrizar es cada vez mayor.
Con tan sólo un par de discos a sus espaldas, y algún que otro Ep, Latitudes se presentan cuatro años después de su último disco, Individuation (2012), para volver a poner de manifiesto su impagable capacidad para componer temas de primer nivel en los que tanto las secciones más atmosféricas, como las más briosas y dinámicas conforman un auténtico y personal camino escabroso, difícil de recorrer, pero en el que el premio final no es otro que el de volver a darle al play para experimentar de nuevo la incalculable grandeza de este descomunal y adictivo Old Sunlight.
Volviendo a utlizar la voz en contadas ocasiones, es curioso como en una banda que funciona rigurosamente de manera instrumental en la mayoría de las ocasiones sabe como introducir, y sobretodo utilizar, dentro del concepto de banda instrumental la voz de su cantante de manera providencial haciendo que suene como un instrumento más y dándole una profundida hetérea que resulta en una cojunción prácticamente celestial. Ya tenemos uno de los mejores discos del año en el estilo.
Puntuación 9
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