miércoles, 31 de agosto de 2016

NEW MODEL ARMY (2016) Winter


Siendo a día de hoy una de mis bandas de cabecera, he de admitir que hace tan sólo 10 años que los conocí, mi historia con ellos es sencilla. Un colega iba a ir a un concierto de New Model Army en el Apolo hace años y decidí acompañarlo.  Sin haber escuchado nada de ellos más allá de su nombre, tenía que comprobar por mí mismo si realmente la cosa era para tanto como mi colega decía. ¿La conclusión?, pues que vi uno de los conciertos de rock más intensos, emotivos y atemporales que he visto jamás sobre las tablas de un escenario. Salí de allí embrujado por sus composiciones, drogado hasta las trancas de la empatía que respiraba la sala y alucinado a más no poder con los coordinados bailes del público interpretando varias de sus canciones. Lo vivido allí se podría describir como una de las comuniones musicales más inquebrantables entre banda y público que he presenciado nunca. Las conjunción perfecta entre arte y amor, entre música y vida. Desde entonces he conseguido verlos un par de veces más y, sin desmerecer ninguna de ellas, he de admitir que la sensación de entrar totalmente virgen a su primer concierto y salir con varios orgasmos físicos y mentales una vez finalizado el show, no la he podido superar nunca con ellos.

 

Tres años después del muy bien recibido Between The Dog And Wolf (2013) y sin olvidarnos de aquel grandioso Today Is A Good Day (2009), la banda inglesa capitaneada por el incombustible Justin Sullivan regresa al estudio para regalarnos uno de los mejores discos de su carrera. Sabiendo que no hay disco de los NMA que no sea disfrutable o incluso notable (y que cada cual tendrá sus favoritos absolutos), Winter (curioso título para lanzar un disco en pleno Agosto) está a la altura de clásicos incunables de la talla de The Ghost Of Cain (1986), Thunder And Consolation (1989) o el inmortal Impurity (1990).

 

Disfrutando de un momento creativo sumamente altivo y recuperando su carácter más robusto, punk, variado, groove y rockero, la producción del disco en los Greenmont Studios de Leeds otorga a este Winter una calidad estratosférica en la que tanto la distorsión de la guitarra como los clásicos patrones de batería marca de la casa, suenan tan brillantes y ásperos como de costumbre. Acentuando sus letras en los temas sociales, que no políticos, la lírica casi poética de Sullivan se presenta exultante en el disco decimotercero del combo de Bradford, un disco que a finales de año estará en mi lista con lo más destacado de este 2016.

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