Las diferentes encarnaciones musicales de la Hersh siempre han sido de mi acentuado interés. Ya sea con su primer grupo en clave indie-rock llamado Throwing Muses, University de 1995 ha sido siempre uno de mis discos de cabecera, con sus minimalistas discos en solitario después del parón con los Muses a finales de la década de los 90 (a los que volvió a recuperar en 2003 y con los que ha seguido sacando discos desde entonces), su trilogía formada por Strange Angels (1998), Sky Motel (1999) y Sunny Border Blue (2001) es simplemente insuperable, o con su último proyecto rockero llamado 50 Foot Wave, en el que también participan componentes de los Muses, todo lo que pasa por la mano de la Hersh se convierte prácticametne en oro. Puede que no en un oro reluciente, súper vistoso y cegador, su extraño acercamiento musical hace que sus discos nunca sean carne de primera escucha (ni segunda), pero siempre es más divertido, interesante y enriquecedor cuando las cosas no son tan fáciles.
Siendo su útimo álbum en solitario del 2010 y pensando que lo suyo había acabado pasando a mejor vida, tengo que admitir que éste Wyatt At The Coyote Palace se me llegó a escapar el año pasado, una curiosa conjunción de situaciones me hizo volver a rebuscar en su discografía en solitario hace unas semanas llevándome la mayúscula sorpresa con éste Wyatt At The Coyote Palace del que todavía no me he conseguido apear. Lanzado como disco doble con un total de 24 composiciones en las que la Hersh es la única y absoluta protagonista junto a su inseparable guitarra acústica, la edición incluye un libro con las letras de los temas (todos relacionados con la muerte) con el añadido de que en algunos de ellos se adjunta alguna anécdota y alguna foto de la propia Hersh en la que explica (o intenta explicar) de alguna manera la letra de esa canción y su experiencia burladora de la muerte. Una manera de plantear el disco y la obra que nos acerca considerablemente a la figura humana y a la personalidad cotidiana de la Hersh.
Wyatt At The Coyote Palace no es un disco fácil, como ya he comentado nunca ha sido así con ella, la formación de capas de sonido ambiental de fondo en algunas de las composiciones se hacen sumamente extrañas en las primeras escuchas, por momentos incluso incoherentes o descolocantes (sonidos varios), añadiendo un bizarrismo extra a sus ya de por si muy claroscuras aptitudes musicales capaces de romper convencionalismos sin ningún tipo prejuicio. Su densa, lenta, quieta y oscura personalidad, contrasta sobremanera con el dinamismo, la belleza, la fragilidad y la amabilidad de que tiene la Hersh a la hora de expresarse en una obra que entronca directamente con la trilogía nombrada más arriba llegando a los niveles de aquella después de casi 20 años de aquellos maravillos momentos musicales. Todavía recuerdo las sensaciones únicas que producen sus directos y espero poder volver a expermentarlas alguna vez más.
Puntuación 9
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