Mezclando esa capacidad evocadora de Leithauser como crooner delicado (él no está dotado de esa voz grave que caracteriza a ese tipo de cantantes), con la habilidad innata de Rostam para el indie-pop (quien aquí se ocupa del piano a tiempo completo), I Had A Dream That You Are Mine tiene la característica de llevarnos a una época pasada sin necesidad de sacrificar las lindezas del sonido actual reforzando unas interpretaciones (tanto las musicales como las vocales) con una nitidez y una variante orgánica absolutamente irresistibles.
En el apartado de colaboraciones nos encontramos tan sólo con una de ellas, pero os puedo garantizar que la combinación de la voz de Hamilton con la de Angel Deradoorian (una de las angelicales voces de los experimentales Dirty Projectors) en el tema que cierra el álbum con el título de 1959 (un año que representa con bastante acierto el leit-motive del disco en cuanto a estética y estilo se refieren) se convierte en una de las joyas más luminosas e irresistibles de todo el disco.
Puntuación 9
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