martes, 14 de junio de 2016

PRIMAVERA SOUND 2016 (Sábado 4/6)

CUARTO Y ÚLTIMO DÍA DE BATALLA: EL DÍA QUE RECUPERAMOS EL TRÍO DE 10s

Después de una semana post-Primavera Sound de lo más estresante, a parte de tener un examen importante el Sábado por la mañana, también tenía el mismo día la boda más importante de mi vida después de la mía, el tiempo que le he podido dedicar al blog ha sido mínimo, como bien habréis podido comprobar. Pero como nunca es tarde si la dicha es buena, hoy vengo para cerrar mis comentarios sobre el Primavera Sound 2016 cargadito de dieces en un día que recuperó, casi por completo y gracias sobretodo a Sigur Ros, el espíritu mágico y estelar del Jueves.

(Joana Serrat, 17.00 RayBan)
Mi primera parada, más por curiosidad y comodidad que otra cosa, fue en el RayBan para estrenarme, de una vez por todas, con la catalana Joana Serrat, quien acaba de sacar su segundo álbum (Cross The Verge, 2016) con El Segell del Primavera. Su puesta en escena ya impresiona, con un plantel de músicos sumamente dotados para el folk, consiguiendo un sonido y una atmósfera envolvente, familiar, conocida y cercana, expresada a través de una ejecución impecable y delicada rendida a la imponente potencia sonora de un RayBan en el que la Serrat se crece exponencialmente. Con un inglés perfectamente articulado que le va como anillo al dedo a su folk americana, siempre me he preguntado como sonaría la catalana en su idioma natal apostando muy fuerte porque el cambio le sentaría a las mil maravillas. Sin ser del todo de mi agrado, he de decir que me entró mucho mejor que la prouesta de Watt y Butler.
Puntuación 6

(Boredoms, 17.40 Primavera)
El segundo asalto de la tarde venía por recomendación de varios de los colegas que pululaban por el Festival quienes me habían puesto sobreaviso de los, totalmente desconocidos para mi, japoneses Boredoms. Una banda que hace un vídeo sobre uno de sus temas con 500 baterías tocándose a la vez, tenía que ofrecer un show a la altura de las expectativas.  Con una primera parte del concierto en la que hacían uso de unas barras metálicas de percusión que producían extraños e hipnóticos sonidos ancestrales, invocando ecos del pasado a través de una especie de tradición musical torturda, además de contar con dos baterías enfrentadas, lo de Boredoms era para rendirse sin complejos a la total exprimentación sonora. Recordándome a bandas sonoras del estilo Akira o Ghost In The Shell, la segunda parte del concierto se basó en mezclar patrones jazzísticos con ritmos tribales a un tempo mucho más acelerado que esa primera parte prácticamente ambiental. Curiosos como experimento, pero no me llegaron.
Puntuación 5

(Angel Witch, 18.45 Auditori)
Y por primera vez en todos los Primaveras a los que he ido, me tocaba inagurar el Auditori del recinto externo del Fòrum. Un lugar que está dotado de una acústica excepcional y en el que nos encontramos con un patio de butacas con capacidad para unos cuantos miles de personas. El problema es que, normalmente, los conciertos que se organizan en el recinto del Auditori suelen ser tan multitudinarios y se forman unas colas tan largas, que se te quitan las ganas hasta de intentarlo. Pero esta vez, como era de esperar, Auditori sin colas, prácticamente vacío y sitio en primera fila, lateral derecho, 15 mintuos antes de empezar el concierto de los ingleses Angel Witch. Un concierto que se presentaba tan surrealista, meter a una banda de metal clásico de la victoriosa época de la NWOBHM en el Auditori era una jugada realmente extraña hasta para el Primavera, como imperdible, rememorar los primeros discos de Angel Witch en un enclave con ese atractivo técnico, esa acústica y esa comodidad, no me iba a volver a ocurrir en la vida. Precedidos de una misteriosa intro, una densa cortina de niebla sobre el enorme escenario del Auditori y custodiados a sus espaldas por el reconocido logo de la banda, Kevin Heybourne y los suyos subieron a matar y salieron por la puerta grande ejecutando un concierto tan épico como superior en todos los aspectos. Echando mano de los clásicos imprescindibles de sus discos más emblemáticos de los 80, también pudimos escuchar algunos de los temas de su nada desdeñable disco de regreso del 2012 As Above, So Bellow. Heavy metal en su más pura esencia, pertetrado por uno de los veteranos más incombustibles y tristemente obviados de la gloriosa NWOBHM. Algo que dejaron más que patente durante la hora de concierto insuperable que se pegaron los Angel Witch, es que lo suyo es pura actitud y calidad sobre las tablas.
Puntuación 9

(Brian Wilson, 20.00 Heineken)
Mi siguiente opción pasaba por el escenario grande del Festival, el Heineken, para disfrutar por primera vez en mi vida, y probablemente la última que tendría oportunidad, del maestro Brian Wilson, alma imperecedera del grupo de surf-rock por excelencia The Beach Boys, interpretando íntergramente el archifamoso Pet Sounds, uno de los discos más vendidos de la historia del rock. Y si el año pasado me lo pasé impresionantemente bien en el concierto de Patty Smith con su Horses, en el de Brian Wilson me pasó exactamente lo contrario. Al tercer tema ya me había aburrido como una ostra y la decisión menos acertada era la de acercarme al talismán del Adidas Original para ver la indescriptiblemente horrorosa puesta en escena de Janny Hval. Una suerte de performance esperpética en la que tres personajes-músicos vestidos igual y con las mismas pelucas daban vida a un universo inconexo, apático e indescifrable del cual huí despavorido a los dos temas con la esperanza de que el gran Richard Hawley, en el RayBan, acabara de arreglar esa estrepitosa franja horaria que transcurrió desde las 20.00 hasta las 21.30. Sin tampoco demasiado éxito, Hawley es un maestro de la guitarra y su banda de una calidad estratosférica pero tampoco acabó por hacerme el click, pasé a otro de esos escenarios que es una caja de Pandora lista para ser abierta cuando se trata de probar suerte con bandas absolutamente desconocidas. Y sí, está vez sí.
Puntuación 5 (media entre los tres)


(Sycamore Age, 21.00 Night Pro)
Donde menos te lo esperas, allí es donde encuentras tu sitio, y aunque fuera por tan solo por media hora, lo que me hicieron sentir los italianos Sycamore Age en el Night Pro a las 21.00 de la noche, fue una de las experiencias más soprendentes y enriquecedoras de todo el Festival. Practicando algo que podría ser descrito como un folk ancestral de carácter vitalista con bizarros ingredientes circenses y cierta predilección por lo oscuro y lo grotesco, la intepretación de su vocalista, expresada con toda su alma, se convertía en una actuación prácticamente teatral en la que la ópera rock, el cabaret y la aparente locura multinstrumental se daban la mano en una conjunción musical mágica y claramente pagana. Como si de un libro de leyendas de la edad media hubieran sido sacados, esa época en la que los trovadores eran los más grandes contadores de historias, Sycamore Age son capaces de trasladarte a esa momento histórico de la manera más divertida, acrobática y alucinójena posible. Admito que en disco todavía no les he pillado el punto, pero su directo es un viaje gratis a un lugar imposible.
Puntuación 8


(Drive Like Jehu, 21.35 Primavera)
Y si el Viernes nos pusimos las botas con Dinosaur Jr. y Shellac disfrutando del sonido 90s a pleno rendimiento, el Sábado todavía nos quedaba coronar por todo lo alto ese momento noventero con la llegada al escenario Primavera del mítico cuarteto formado por Rick Froberg (guitarra y vocales), Mike Kennedy (bajo), Jon Reis (guitarra) y Mark Trombino (batería), todos y cada uno de ellos personas y personalidades indispensables dentro de la música de minorías,  llamado Drive Like Jehu. Una de las leyendas (recién resucitadas) vivas del post-hardcore de California y creadores de uno de los discos más referenciales en el género (Yank Crime, 1995). Lo de Drive Like Jehu fue llegar y conquistar. Saludando al personal de manera efusiva y simpática en un castellano muy entendible por parte Froberg, el combo de San Diego desgranó un set-list apoyado considerablemte en su magistral Yank Crime para el disfrute de una audiencia ávida de sus ásperas y abrasivas sonoridades distorsionadas. Anarquistas sonoros veteranos y muy profesionales, el tiempo pasa para todos, su ejecución era capaz de dinamitar las bases del hardcore de la misma manera que era capaz de hacerlo con las del grunge en una musculosa e inteligente confrontación sobrada de potencia, dotada de una sonoridad brutal y de una manera tan descomunalmente sobrada que no acertabas casi ni a reaccionar. Melodía sobre caos, caos sobre melodía y a ver quien puede más. Pero como la potencia sin control no tiene sentido, el carácter contestario e incómodo de los Drive Like Jehu los lleva a incumplir las normas del rock tradicional sin contemplaciones desestructurando sus tratados y dejándose la piel de manera voraz sobre las tablas a fuerza de martirizar y machacar sus instrumentos en forma de queja explícita exponencial en contra de lo establecido. Con cierta gracia para el humor, Froberg confirmó lo bueno que era que la gente disrutara de sus éxitos de los 90, al ver la incondicional entrega del público, para añadir luego la irónica coletilla de -...o que fatal-, que cada uno saque sus propias conclusiones. Con mucha más energía de la que yo tenía en ese momento, los Drive Like Jehu se subieron a las tablas del Primavera para incendiarlo a placer a base de pura distorsión, cantidades ingentes de rabia desatada y ruidosa crudeza esputada a traves de auténticas explosiones de pura flema visceral. Dejándome con las pilas cargadas a tope dispuesto para enfrentarme a una manada en estampida de rinocerontes africanos, Drive Like Jehu son una de las experiencias más puras de rock indómito que puedes experimentar sober la tierra.
Puntuación 10


(PJ Harvey, 22.35 Heineken)
De nuevo en la brecha y con el voltaje a tope gracias a la actuación de los Drive Like Jehu, me voy directo al Heineken para ver a una de las musas del rock, también de los 90, más auténticas y misteriosas de la escena de los últimos 25 años. Estamos hablando de Polly Jean Harvey que venía presentando uno de sus discos menos rock hasta la fecha, el muy folclórico The Hope Six Demolition Project. Con una puesta en escena que tiraba de espaldas, banda compuesta por más de diez personas entre las que se incluía una sección de vientos y a la que se le añadía la propia Harvey al saxo, la impresionante creatividad musical que emana del ilustre The Hope Demolition Six impregnaba de vida y luz el Heineken de manera honesta y cálida. Fue  una pena que, en ese momento, mi cuerpo y mi mente no acabaran conectando con las gustosas intenciones de la Harvey. La opción era hacer algo más provechoso con toda esa euforia contenida que habían desatado en mi los  Drive Like Jehu y dirigirla hacia un objetivo mucho más visceral y contundente.
Puntuación 7

(Venom, 23.00 Adidas Original)
Ya eran un objetivo a tener muy en cuenta, pero también tengo que admitir que si la Harvey hubiera salido al escenario sin tanta floritura y con su guitarra acuestas destrozando mis oídos a base de distorsión desquiciada, a los Venom les hubiera robado algunos minutos. Algo que no me hizo falta hacer llegando al Adidas Original a tiempo para disfrutar de los primeros acordes de Cronos, un tipo de 53 años que rockea como si tuviera 20,  en lo que se convirtió en otra epicada centenaria para los anales del Festival. Tener a bandas como Mayhem en su día, Electric Wizard el año pasado o a Angel Witch, Unsane y Venom este año, hace que el nivel metalero del Festival eleve su calidad hasta límites insospechados, y puedo garantizar que Cronos puso la leyenda los Venom a la altura de las expectivas sobrepasándolas con creces en momentos estelares como el del aclamado Welcome To Hell o el del indispensable Black Metal, clásicos referenciales y germen indiscutible de todo ese movimiento musical bautizado con el nombre del disco más emblemático de los ingleses. Momento para el recuerdo casi tan valioso como lo de Carpenter.
Puntuación 9

(Sigur Ros, 00.00 H&M)
Corriendo de nuevo al H&M, ya por última vez, para ver la primera parte del concierto de Sigur Ros, ya los había visto 3 veces con anterioridad y a las 00.45 empezaba en el Adidas  Original el concierto del trío Unsane, una de esas bandas que escucho desde hace más de 15 años y que todavía no he tenido la oportunidad de ver en directo. Pues bien, la idea era moverse a menos veinte y salir pitando para ver a los mastuerzos de Unsane pero, como era de esperar, una vez succionado por la energía cósmica de Sigur Ros, mi cuerpo y mi mente ya no me pertenecían, eran propiedad intransferible de Jónsi, Goggi y Orri. Reducidos a formato trío en su último disco, la presentación sobre las tablas del H&M respetó dicha formación, pensaba que probablemente contarían con un músico extra para hinchar la puesta en escena y el sonido del, en principio, limitado formato de trío, cosa que no hizo falta para nada llenando el Primavera entero de buenas vibraciones, emociones indescriptibles y sentimientos a flor de piel. Brutales en su ejecución, hipnóticos en su interpretación y desgarradores en sus desarrollos, tengo muy claro que cuando Sigur Ros empiezan a tocar un nueva plano existencial y temporal se abre ante mi trasladándome mágicamente a un mundo único e incomparable, hecho de otra materia orgánica, más luminosa, más espiritual, más trascendental, totalmente onírico. Un plano en el que todo es nuevo, vigoroso y vital. El torbellino emocional por el que te absorben se convierte en una experiencia aún más enriquecedora con la utilización de una visuales, tanto dentro del escenario, con un juego de luces alucinógeno, como en las pantallas de vídeo que flanqueaban el escenario, en las cuales podíamos ver una composiciones en tiempo real que jugaban con efectos de luz y textura sobre imágenes en directo del propio concierto, las conexiones neuronales y emocionales de mi cerebro, las que se alimentan de música y sus emociones, llegaron a un plano astral absolutamente fuera de los límites conocidos por la humanidad. Con un final de lo más electrizante y descomunal, volver a ver a Sigur Ros ha sido como siempre, como si los viera por primera vez. Sin lugar a dudas, Sigur Ros dieron, una vez más, el mejor concierto posible dentro del universo conocido.
Puntuación 10
(Ho99o9, 02.00 Adidas Original)
Y para finalizar el Primavera Sound 2016 que mejor que cerrarlo en mi predilecto Adidas Original. Lo poco que sabía de los Ho99o9 lo acababa de leer hacía unas horas en el programa del Primavera y, después de un merecido descanso emocional y físico en el stand de Tupa, mi refugio dentro del Festival, tocaba checkear a este dúo de New Jersey presentados como rap fusión de carácter oscuro y violento. Con un escenario prácticamente a oscuras y un batería extra para realizar parte de las bases sobre las que luego rapearía el iname dúo formado por theOGM y Eaddy, ambos salieron ataviados con monos de trabajo, indumentaria que fueron variando según les convenía llegando a ponerse hasta un vestido de flores, acabando los últimos temas de su set en calzoncillos sudando como pollos y contagiando sin descanso esa incesante locura hipnótica a la que nos someterion durante su hora de show. Con un par de maquinitas sobre el escenario, theOGM era el único encargado de tocarlas, su estética slasher, esa máscara de Jason que llevaba Eaddy al subir al escenario los delató, cruda, violenta y desaforada, se transformaba en pura energía desbocada transmitida a base de locura sonora y voces tochas como el Empire State. Mezclando trazas de rap con punk, hardcore, metal, crossover, grind e industrial, todo lo que destilaba esa bestia parda llamada Ho99o9 era pura dinamita. Indudablemente uno de los conciertos más impresionantes y locos que he visto jamás.
Puntuación 9

Hasta el año que viene. 

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