martes, 21 de junio de 2016

VEKTOR (2016) Terminal Redux


Si hay una banda dentro del universo conocido capaz de continuar, e incluso elevar, el legado de bandas tan originales y únicas como Cynic, Voivod, Nocturnus, Atheist o Pestilence, bandas tan inclasificables como referenciales que a finales de los 80 retorcían el metal a placer para llevarlo a un nivel de técnica y ejecución más allá de lo imaginable dentro del género, esos son, sin lugar a dudas, los americanos Vektor. Con tres discos en su haber tan magistrales como complejos, su último álbum Terminal Redux es uno de los discos más alucinantes, estimulantes, reveladores y originales del año capaz de competir con cualquiera dentro de cualquier estilo. Sabedores de una técnica inalcanzable para la mayoría de mortales y tomando la temática sci-fi como motor creativo de sus composiciones, Vektor ha firmado el mejor álbum de metal del año con diferencia gracias a una capacidad ejecutora y conceptual absolutamente desproporcionada.

 

Perdidos en un espacio infinito, traspasando líneas temporales, visitando mundos paralelos y descubriendo universos alternativos, el cuarteto formado por David DiSanto a las vocales y guitarra, Erik Nelson a la guitarra, Frank Chin al bajo y Blake Anderson a la batería, formación que se conserva desde la entrega de su debut Black Future del 2010, el encargado de producir tal hazaña estratosférica ha sido, el todavía desconocido, Byron Filson (también se encargó de producir su anterior Outer Isonaltion del 2011) quien ha conseguido poner el cuerpo sonoro de este inagotable Terminal Redux a la altura de una banda que todavía no conoce límites, y eso habiendo traspasado ya la mayoría de lo que otros no aspiran ni a soñar. 

 

Terminal Redux es un disco que engancha desde la primera escucha, sus canciones son concienzudas, densas, elaboradas, extensas y repletas de cambios, pero a la vez muy dinámicas y adictivas, que no se destapa del todo hasta que no llevas unas cuantas decenas a las espaldas y que, una vez en ese punto, el disfrute es prácticamente inagotable. Lo que más soprende, y muy gratamente, es la apertura de miras (aún mayor) que realizan en los dos últimos cortes del disco. Con la colaboración de RoseMary Fiki y Naeemah Z. Maddox en la última Recharging The Void, quienes también colaboran en la inicial Charging The Void, aportan un punto de inflexión muy interesante al registro de DiSanto. Pero mi canción favorita es la penúltima Collapse, una suerte de balada espacial que me tiene totalmente enamorado y que dinamita a conciencia las bases del disco en el que se asienta con una personalidad arrolladora.

Puntuación 10

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