VIERNES 15 de Julio
Mi estreno en el ya famoso RockFest de Barcelona en su tercera edición, concretamente el Viernes, venía premiado con la visita de Orphaned Land, Moonspell, Coroner, Heaven Shall Burn, Kreator y el boss absoluto King Diamond. Un cartel que, sin que estuviera globlamente a la altura de otros años, se presentaba de lo más goloso para mis filias metaleras. Empezando con unos Orphaned Land bastante tempraneros y correctos, a la 13.20 bajo un sol de justicia, he de decir que es la vez que menos me han gustado en directo de las tres que los he visto. Achacándole la normalidad del concierto de Orphaned a las horas, la luz solar y un sonido que le faltaba pulir un poco para sonar de fábula, acto seguido entraban Grave Digger en el escenario contiguo para deleitarnos con su clásico y sudoros powermetal resultando en un concierto que, sin ser de mi interés, disfruté notablemente gracias a la entrega y la calidad de una banda que desprendía metal por los cuatro costados. De nuevo, y con una puntualidad alemana, pasábamos al otro escenario del Festival para disfrutar de los portugueses Moonspell, a los que el sonido les jugó una mala pasada ofreciendo un show que no estuvo a la altura de sus posibilidades ni de lejos. Llegaba la hora de Dragonforce y mis queridos Coroner, de los que tuve que pasar por curro para llegar de nuevo al recinto a las 19.30 y disfrutar como un poseso, esta vez sí que con un sonido atronador, arrollador e incendiario, con el concierto de los alemanes Heaven Shall Burn. Sin duda alguna el segundo mejor del día, hasta ese momento, a años luz del resto. Con un show que no dejó títere con cabeza y puso al respetable on fire durante la hora que duró la impresionante batalla campal que montaron, varios wall-of-death y varios circle-pits se sucedían continuamente en las primeras filas compensando la entrega del público y de la banda en un equilibrio tan caótico como descomunal. Omitiré lo de Mago de Öz ya que una banda que saca una polla vestida con capa de Superman al escenario no merece ni una de mis palabras. Y llegaba la hora de otra plato fuerte, los putos amos del thrash teutón subieron a las tablas del escenario del RockFest para desgranar un set-list perfecto en el que la pega mayor fue un sonido que, aparte de muy bajo de volumen, hacía que las guitarras de la banda sonaran prácticamente en segundo plano estropeando de manera estrepitosa lo que podía haber sido uno de los mejores conciertos del festi. Sin lugar a dudas la peor de todas las veces que los he visto en directo. A Blind Guardian también los omitiré, que, aún sonando algo mejor que Kreator, tampoco es que gozaran de un sonido perfecto. Mi teoría es que en ese escenario los Heaven Shall Burn petaron algo en el sonido y desde entonces nadie más consiguió sonar bien en él. Y llegaba el plato fuerte, el señor del averno, King Diamond. Poco voy a decir más que presencié uno de los mejores conciertos de mi vida y que tanto la puesta en escena, el sonido, la banda y el propio Diamond dejaron el listón a una altura inalcanzable para el resto de mortales. Momentos para el recuerdo como cuando apuñala al bebé en la boca y cuando lo tira al vacío, sin olvidarse de toda la teatralidad que le pone Diamond a sus actuaciones y la clase magistral a la guitarra de un Andy LaRoque estelar, o incluir Halloween, Come To Sabbath y Sleepless Nights en el set-list, quedarán para siempre grabados a fuego en mi memoria.
El Sábado comenzaba para mí a las 16.30, ya que el curro me obligaba a omitir las propuestas más tempranas del Festival con Battle Beast a las 14.25 como único interés por mi parte, y tampoco mucho la verdad. Pero fue llegar y ver como los americanos Armored Saint subían a las tablas del escenario para repartir estopa a placer con su thrash metal moderado, pasado por el filtro del power, en el que, sin lugar a dudas, John Bush es la estrella más luminosa del grupo con diferencia. Su paso por Anthrax lo recuerdo con mucho cariño, además de haberlos visto un par de veces con él de frontman, pero hay que admitir que a los Armored Saint les hace falta comer muchas sopas para llegar al nivel de los de Scott Ian. Aún con esas, el directo de Armored Saint fue más que correcto con un sonido que ya dejaba entrever el problema que íbamos a sufrir durante todo el día. Tocaba el turno de Unisonic, en los que militan Michael Kiske y Kai Hansen de Helloween, con un concierto en el que el rock se fusionaba con el metal con unos resultados nada comparables a ninguna de sus bandas madres. Prueba de ello es que tuvieron que sacarse de la manga la esperada versión del I Want Out de Helloween, momento que todo el mundo celebró por todo lo alto cantando el tema como si no hubiera un mañana. Justo después llegaba otro de los platos fuertes para mí, el concierto de OverKill. Su explosiva mezcla de thrash, crossover, punk y burrismo hizo las delicias de muchos, pero una vez más el sonido volvió a jugarnos una mala pasada y su batería de riffs incontestables y sus incendiarias composiciones se quedaron a medio gas cuando comprobamos que la batería, el bajo y la voz se comían sin complejos a las dos guitarras, pilares básicos de sus temones. Exactamente lo mismo que el día anterior con Kreator. Una pena ya que tanto la banda como el set-list estuvieron impecables. ¿Barón Rojo?... a cenar. Y finalmente llegaba el momento más esperado. Más de 20.000 personas, de los cuales muchos eran niños con sus padres, se concentraron el Parque Can Zam de Santa Coloma para ver a la Doncella de Hierro presentado su descomunal The Book Of Lost Souls. Teniendo en cuenta que según los que asistieron al Resurrection el concierto del Rock Fest estuvo mucho mejor, he de decir que de las 3 veces que los he visto ha sido la que peor sonido han tenido con diferencia. Problema que arrastraron prácticamente todas las bandas ese día. Con un set-list que encontró el perfecto equilibrio entre sus composiciones más actuales y los clásicos imperecederos de la banda inglesa, el incombustible Bruce Dickinson dio una vez más otro de sus shows ultra-dinámicos y enérgicos a más no poder únicamente igualado por el maestro Janick Gers que no para de danzar, saltar y disfrutar como un niño, sentimiento que traspasa al público de manera inevitable, durante las dos horas de show que ofrecieron los Maiden. Conclusión: a King Diamond no hay Dios, ni Demonio, que se lo coma.
DOMINGO 17 de Julio
Y llegaba el día grande, el Domingo. Día en el que, aún teniendo que trabajar a la mañana siguiente, nada me podía quitar las ganas de ver a Obituary, Anthrax, Amon Amarth, Thin Lizzy, Whitesnake, Twisted Sister y Slayer de una tacada, aunque claro, eso si no contamos con el sonido. Llegando para petarlo en Obituary, el combo de los hermanos Tardy llegó, cumplió y venció con un show, hay que decir que bastante clavado al que hicieran la última vez en la Razzmatazz de Barcelona, que no hacía prisioneros. Todo el que tuvo las ganas de batallar con el sol a eso de las 16.30 de la tarde, acabó literalmente muerto después del arrollador asalto de death metal con el que nos castigaron magistralmente los de Florida. Cada vez más gordos, en todos los sentidos, Obituary se crecieron con clásicos como Slowly We Rot o Chopped in a Half, de la misma manera que lo hicieron con sus temas más actuales con los que volvieron a sorprender muy gratamente. Sonaron como una auténtica apisonadora perfectamente engrasada y puesta a punto. Los putos amos. ¿Impelliteri?...corramos un tupido velo. Volvemos al primer escenario del Rockfest para encontrarnos con los míticos Anthrax presentado su segundo disco desde que regresó a sus filas el añorado por muchos y venerado por todos Joey Belladona. Era mi momento de desempatar habiendo visto 2 veces a Bush y tan solo una a Belladona al frente de Anthrax. Puede ser que sea por que los acabo de ver y su concierto me pareció descomunal, festivo, magistral, enérgico, vitalista, divertido, cañero, honesto, contagioso, visceral... vamos, una fiesta thrash en su más pura representación, pero si tengo que escoger una de las 4, fijo que me quedo con ésta. Se cascaron todos los clásicos habidos y por haber, Caught In A Mosh e Indians incluidos, además de soltar algún que otro tema nuevo que si hay que decir la verdad poco o nada desentonaban con sus clasicotes ineludibles. Por el momento, y con el permiso de King Diamond, el mejor concierto del Festival. Era la hora de los Vikingos y Amon Amarth saltaban al ruedo con decorados incluidos, y hasta un barco sobre el escenario, para desgranar un set-list que hacía poner nuestros cuernos en alto, beber cerveza como descosidos y clamar al dios Thor por las batallas venideras. Un directo ensordecedor, galopante y arrollador que puso al combo sueco en el punto de mira de muchos. Y llegaba el momento de cenar y de ver los toros desde la barrera. A Thin Lizzy, o la mejor versión de ellos ya que el único miembro original era el guitarrista, los vi sentadito desde las pantallas mientras cenaba y tomaba algo. Con el bajista de Aerosmith, el batería de Judas Priest y el cantante de Almighty a la cabeza, Thin Lizzy no se dejó ni un hit en el tintero en un show de lo más entretenido y completo. Lo mismo pasó con Whitesnake, destacando sobre todos los demás su increíble batería. Un show con todos los hits ineludibles de la Serpiente Blanca y un Coverdale que, sin gozar de su reconocible registro al máximo, la edad es lo que tiene, consiguió rubricar una actuación notable. Y por tercera vez consecutiva y diciendo que era, nuevamente, su último show antes de dejarlo, Twisted Sister bordó una actuación al nivel de Anthrax, King Diamond y Obituary consiguiendo el ansiado 10 sin mayor problema. Espero verlos el año que viene de nuevo. Y para finalizar tocaba el plato fuerte, Slayer. Después de disfrutar la mayoría del día de un sonido prácticamente perfecto, llega Slayer y suena en mono, sí, sí, en mono. Eso significa que si te ponías a la derecha del escenario oías la guitarra de King y a la izquierda la de Holt, si te ponías más o menos en el centro se oían las dos pero más bajas. Algo incomprensible, lo sé, pero así fue. A parte de encontrarnos con un Araya con el hippismo subido expeliendo amor hacia todos por todos los poros de su cuerpo y estar todo el concierto estático. Eso no era Slayer ni de lejor, una pena. Si no llega a ser por la compañía me hubiera ido en la primera canción.