miércoles, 16 de noviembre de 2016

ENRIC MONTEFUSCO (2016) Meridiana


Un año después de la amarga (al menos para sus seguidores) disolución de una de las bandas más valientes y arriesgadas que ha dado el panorama nacional en eones, estamos hablando de los inimitables e insuperables Stand Still a los que todavía estamos llorando desde aquel emotivo y crucial concierto de despedida que realizaron en el Apolo, Enric Montefusco, cantante y compositor de los cesados catalanes, abre su mente, su corazón y su cuerpo en canal con éste Meridiana, su esperado y ansiado debut en solitario. Un disco tan necesario como original y personal que encierra una de las experiencias más bonitas, emotivas, familiares, melancólicas y deliciosas del año. 

 

Meridiana, en clara referencia a la avenida más grande de Europa y la más famosa y amplia de la Ciudad Condal, se compone de 11 cortes en los que los conceptos de música de autor (sus raíces están más presentes que nunca) o el de arte y ensayo (un concepto tan cinematográfico como la propia música de Montefusco), toman un protagonismo superlativo en los 50 minutos durante los que se despliega esta auténtica maravilla sonora dispuesta a despertar cientos de emociones, incluso momentos olvidados de tu vida, con las que jugar, volar, divertirse, llorar y amar a partes iguales. Sin necesidad de acudir a nadie a la hora de escribirlo, grabarlo o producirlo, Montefusco ha contado con la ayuda de una docena de músicos, de los que todavía no tengo constancia pero entre los que estoy seguro nos vamos a encontrar con Ricky Lavado, Piti Elvira, Ricky Faulkner y demás compinches de Montefusco, para reproducir y ejecutar la totalidad del disco.

 

Mínimamente relacionado con su último Dentro De La Luz (Buena Suerte, 2013) y heredero irrefutable de su magistral Adelante Bonaparte (Buena Suerte, 2010), un disco del que además de coger la variada y exótica instrumentación (acordeón, flabiol, palmas, violines, acústicas, panderetas, maracas) también trata conceptos sumamente comunes entre ellos, la temática familiar, autobiográfica y emocional que vacía Montefusco en éste delicioso y frágil Meridiana se nos presenta como uno de los ingredientes más disfrutables y sinceros de un artista que nos habla de una manera tan cercana (posiblemente no para todos) que llega a asustar. Es curioso pero, sin saberlo a ciencia cierta, estoy bastante seguro de que su rasgada foto de portada (compuesta por dos instatáneas partidas en dos que forman un todo) es una composición de una fotografía de su padre y otra suya.

Gracias... por las pelis de acribillar.

Puntuación 9

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