Otro de los discos que me ha enamorado locamente este 2013 ha sido el segundo largo de la nativa de Brooklyn, si es que no podía ser de otro sitio, Katie Crutchfield con su proyecto en solitario insólitamente bautizado con el nombre de Waxahatchee, nombre del cual no he podido todavía desprender ningún significado. Personificada a través de un folk-pop lo-fi de aires muy personales y de fuerte presencia vocal, este Cerulean Salt es el típico disco con el que caigo rendido a sus pies irremediablemente desde el primer tema, amor incondicional y extremo por Katie.
Con una personalidad vocal que inunda cada nota que emana de la delicada guitarra de Katie, todo aquí es tan dulce como melancólico y embriagador. Con un pie puesto en el dream-pop y el otro en el folk de tonalidades extreñamente agradables, mucho de lo que nos ofrece Katie proviene claramente del ruidismo pop de los 90. Aires de Dinosaur Jr., Liz Phair o Veruca Salt se cruzan en éste Celurian Sant para combinarse en una más que deliciosa eclosión de brevísimos pildorazos pop de una belleza arrebatadora.
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