Por supuesto que no me voy a ser yo el que se vaya a quejar lo más mínimo del impresionante conciertazo que se marcaron Egon Soda, con un final de infarto y el escenario invadido de buenos amigos para cantar la muy fiestera Reunión de Pastores, Ovejas Muertas, pero para mi, y creo que para algunos más también, los verdaderos triunfadores de la noche fueron Santos y su ejecución íntegra de El Sueño del Mamut. Su segundo y magistral disco de estudio que defendieron, presentaron y ofrecieron en bandeja de plata a una audiencia tan tímida como embobada con su hipnótica interpretación.
Lo primero que voy a decir es que, sabiendo que venian junto a Egon Soda, les di una primera tentativa a través de Spotify para saber como sonaban la cual, incompresiblemente, se tornó en fallida por culpa de ese diferente y chocante registro que presenta Jordi Calatayud que me hacia desplazarme de la banda inevitablemente. Dato que se acentuó sobremanera en su concierto en primera instancia, la interpretación de Jordi pasaba por ser sumamente teatral, incluso shakesperiana en ocasiones, a la que le encontraba ciertas similitudes con el Bunbury de Héroes del Silencio, en la actitud sobre las tablas, y el Serrat de toda la vida, en los trémolos de voz. Formados por un plantel de músicos experimentados, veteranos y de una calidad muy, pero que muy, por encima de la media, lo de la guitarra se convertía en una experiencia extrasensorial en varios momentos estelares de la noche, estamos hablando de Santos Berrocal, Roger Martín, Àlex Vivero, Florenci Ferrer y Andreu Conill, entre los que se encuentran colaboradores, productores y músicos de estudio con un peso y un valor incalculable en la escena indie de Barcelona. La evolución personal vivida durante el concierto de Santos conllevó una doble sorpresa inesperada de una intesidad y un subidón musical incomparable y claramente extraña en una persona de mi holgado bagaje con la música y los directos. Desde los 15 pateando directos no es nada ordinario conseguir hacerme sentir de manera tan especial en un directo.
Pasar de -este vocalista no encaja para nada en este tipo de grupo- a -estamos ante el vocalista perfecto para el grupo perfecto- hay un camino que tan sólo puede allanar la fabulosa, expectante y pasional interpretación de un Jordi Calatayud apabullante sobre las tablas. Las sorpresa causada por Santos en mi persona fue solamente superada por la sorpresa causada al verme sorprendido por una banda sobre la que tenía las expectativas más bajas que mi justo metro sesenta de altura.
La consclusión que me llevo de esa noche estelar es que tanto Santos, como Egon Soda, o incluso la banda llamada Mi Capitán, la cual comparte miembros con Love Of Lesbian, Santos y Egon Soda, deberían estar en lo más alto del indie nacional actual y, para desgracia de muchos, siguen en el limbo de las bandas dispuestas a darse el gran baño de multitudes que jamás les llega. Ya sea por un tema de promoción o porque sus componentes simplemente se lo toman como un pasatiempo, hay que entender que todos ellos tienen diversos trabajos que atender con los que se ganan muy bien la vida, siguen anclados en el basto underground del indie nacional esperemos que no para la eternidad.
Puntuación 9
Puntuación 9
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