jueves, 23 de julio de 2015

DØDHEIMSGARD (2015) A Umbra Omega


Cada X años suele aparecer una obra dentro del plagado universo extremo noruego, el cual ha mutado en exceso durante todos estos años deconstruyendo el black metal para pervertirlo a placer por unos pocos visionarios, que marca la diferencia sobre las demás, una obra desprovista de etiquetas, libre de ataduras estilísticas y poseedora de una personalidad tan única como intransferible. Pues bien, ha llegado ese momento. Desarrollando el legado de los seminales Ved Buens Ende, Vicotnik (Yusaf Parvez) dio a luz a mediados de los 90, en plena transición del black metal, a los inclasificables Dødheimsgard, una banda que, capitaneada desde sus inicios por Vicotnik, ha sabido siempre sobresalir por encima de la media y situarse en la liga de bandas tan únicas e irrepetibles como Arcturus, Solefald, Mysticum, In The Woods o Ulver. La liga de las experimentaciones espaciales. 

 

A Umbra Omega resucita a una banda callada durante ocho años y además retoma la relación con Aldrahn (Thorns, ZyklonB), vocalista de la banda desde su inicios, el cual no participó en el anterior Supervillain Outcast sustituído para la ocasión por el nada despreciable Kvohst (Hexxvesel, Beastmilk), y que aquí parace recoger su propio testigo vocal planteado en el imprescindible 666 International, desarrollando una dramática personalidad que hiere y enerva hasta límites insospechados acompañando las libertades estilísticas del combo de manera perfecta y ajustando sus emociones a las (des-)variaciones de tempo, estilo y técnica llevadas al extremo y complementadas por un Vicotnik absolutamente crecido y sobresaliente en su faceta de amo y señor del universo producido por Dødheimsgard.

 

Solamente los libres de mente, los ambiciosos y los aventureros como Vicotnik son capaces de romper y moldear estilos a placer de una manera tan personal y única. Algo al alcance de muy pocos ya que, normalmente, la libertad estilística y la falta de prejucios suele venir con la edad, el aprendizaje y la maduración como persona, algo que, descontando la parte de la edad, poca gente aplica y desarrolla en su vida cotidiana, menos aún en la música, cerrando sus mentes con persamientos encorsetados y delimitados de tal manera que, sin darnos cuenta, cuartan nuestra capacidad de sentir, amar y experimentar la vida, o la música en este caso, de una manera libre. Una pena, aunque como dice una de las frases más célebres del celuloide... -siempre nos quedará... Dødheimsgard-.

 

Soy consciente de que he dicho muy poco del disco, por algo será. Estamos ante una obra tan inclasificable e indescriptible que ponerle etiquetas como post-metal, avant-garde, free-jazz o black metal progresivo, sería insultarla sobremanera ya que eso significaría que ya habíamos escuchado algo parecido con anterioridad y por ello seríamos capaces de describirlo, no os engañéis, esto es tan original y único que nadie en su sano juicio debería tener la osadía de etiquetarlo. Obra maestra en mayúsculas y firme candidato a disco del año en su vertiente más extrema y experimental.

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