Después de dos de sus discos más flojos, Resolution (2012) y el superior Wrath (2009), y una vez zanjado todo el tema del proceso judicial de Randy Blythe, proceso que lo llevó a dar con sus huesos en la cárcel por una breve temporada a causa de los cargos de homicidio involutario que se le imputaban de los que finalmente se libró con todas las de ley y, aunque hay que admitir que la imagen de la banda se vió afectada, es impresionante el discazo que se han sacado de la manga los Lamb Of God después de superar todos los problemas que han tenido últimamente.
Posiblemente el disco más incómodo, furioso, cabreado y lleno de odio que han grabado hasta la fecha. La brutalidad de la voz de Blythe está más en forma que nunca, las guitarras suenan totalmente afiladas en los solos y absolutamente contundentes a la hora de soltar las imponentes baterías de riffs que descargan sin compasión, acompañados de una base rítmica tan monolítica como dinámica de la que solamente podemos hablar maravillas de ella.
Admito que no es una banda de la que sea un die-hard-fan, ni mucho menos, escucho siempre sus discos pero creo que pocas veces han conseguido captar mi atención sin remisión, aunque he de decir que el Ashes Of The Wake (2004) y el Sacrament (2006) son dos discos que disfruto mucho siempre que me los pongo, este séptimo disco de la banda de Richmond me ha parecido de los más acertados de su carrera junto con los nombrados. Además hay una colaboración con Chino Moreno de Deftones, eso ya le da un plus extra que no todas las bandas tienen.
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