Después de un fin de semana algo irregular en el Cruïlla, era mi primera vez y os garantizo que no repito, en el que he podido ver a un Damian Marley bastante a tope, con matices, una Laurin Hill venida a menos por mucho que ella sigue yendo de diva, y a una Emelie Sandé que, aún modificando al formato orgánico sus canciones, se comió hasta al apuntador ayer Sábado, hoy toca hablar de uno de esos grupos que he conocido por casualidad y que, finalmente y al menos con este disco, se ha convertido prácticamente en parte de mi ADN veraniego.
Con claras referencias a bandas como 311, Gym Class Heroes, Sublime y demás combinados que potencian sus esfuerzos en mezclar estilos bastante distantes, rap, ska, reggae, indie, rock, pop, dubstep o incluso algo de swag en estos Twenty One Pilots, tanto la frescura que respiran como la alegría y la vitalidad positiva que emanan de sus canciones han convertido a este Blurryface en mi compañero inseparable hace semanas.
Puede que a la mayoría le puedan sonar a sucedáneo de reggae, ska, rap y demás condimentos exóticos, que en cierto modo ya lo son, pero eso los hace aún más simpáticos y graciosos. Lo suyo no es el mestizage, ni mucho menos, lo suyo es la mezcla con clase y estilo, por decirlo de alguna manera, a lo pijo, y ahí es donde reside gran parte de su magia, en ese indudable estilazo que gastan, ahí y en esa especial habilidad que tienen para las melodías pop radiables y la capacidad indiscituible que tienen para facturar hitazos redondos como panes de payés.
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