Como bien dice Adam Duritz, pienso exactamente lo mismo, si tuviéramos que resumir a Counting Crows en una canción, esa sería sin duda Round Here, el primer tema de su lejano debut August And Everything After, uno de los discos más importantes de mi vida, pero también es bien cierto que aquellos días no volverán y lo que ahora mismo nos presentan los Crows en su séptimo disco de estudio es un carácter más alegre, más vitalista y positivo.
Una evolución que se ha ido cocinando a lo largo de los años y que, evidentemente, tiene mucho que ver con la calidad de vida que el combo de California se ha ganado durante las más de dos décadas de historia musical a sus espaldas. Es algo que suele ocurrir, la gente madura, tiene otra perspectiva de la vida y, además, si entre medio has conseguido una posición cómoda en la amplia escena pop internacional, ampliando tus posibilidades de ganancia y prosperidad económica, las letras de tus canciones y la actitud a la hora de enfrentarlas es más alegre y positiva, lógicamente.
Poco queda ya de aquel Adam torturado emocionalmente que cantaba al desamor y a las decepciones de la vida, su estilo sigue invariable, eso es evidente, pero, como ya he dicho, aquí todo es más fácil y agradable. Habría que entender el momento que atraviesa profesionalmente y personalmente cada artista para poder valorar su obra desde la perspectiva correcta, no desde la que nosotros tengamos del disco, esa es la única manera de aceptar ciertas evoluciones en algunas bandas y, sin que esta sea especialmente variable, hay que admitir que la nueva faceta le sienta a Adam a las mil maravillas, de misma manera que a los Crows. Creo que no hace falta pedir más. El próximo 7 de Julio los tendremos por Barcelona y pararán tambiñen en el BBK presentado su último disco.
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