La inevitable carga emocional que supuran sus canciones, algunas en un tono más alegre y la mayoría en un tono melancólico, casa a la perfección con el enfoque musical lo-fi del que siempre han presumido sus canciones. Canciones que, por otra parte, nos presentan siempre a una Crutchfield de una desnudez y una intensidad cegadora con una habilidad especial para el pop simple y directo de la que muy pocos pueden presumir con un enfoque tan sencillo.
Discazo redondo, valga la redundancia, que ni pasa por encima, ni significa un paso atrás en el universo lo-fi de la Crutfield, pero lo que sí que hace, es expandirlo aún más añadiendo una nueva obra de la que disfrutar sin concesiones de un pop íntimo, delicado, amargo y a la vez luminoso y juvenil a más no poder. En Noviembre la tendremos de telonera de Kurt Ville, imperdible.
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