Con un estilo que nos remite directamente a los tiempos dorados de la escena, ese que oclosionó a finales de los 80 con los jefes absolutos del cotarro, Bad Religion, y dándole ese punto personal que Rankin ha impreso como sello de identidad en sus Good Riddance, las vocales tan melódicas como furiosas marca de la casa, el regreso de la banda al estudio después de 9 años en silencio, nos presenta a un combo en la cima de sus posibilidades y como si hubieran pasado ni un minuto desde su último My Republic del 2006.
Sonando tan frescos y sólidos como siempre y con una duración en sus canciones que vuelve a acentuar el dicho ese de -lo bueno, si es breve, dos veces bueno-, Runkin y sus amigos de toda la vida, Pabich, Platt y Sellers, se despachan los 14 pildorazos de punk acelerado e hipervitaminado en poco más de 25 minutos en el conteo final. Punk rock genuinamente americano.
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