miércoles, 2 de diciembre de 2015

ADELE (2015) 25


En una semana tan convulsa de conciertos como la que nos ocupa, empezando el Domingo pasado con el Deathcrusher Tour, con Voivod, Napalm, Obituary y Carcass en el mismo cartel, continuando con el bolazo histórico que dieron ayer los Ghost en el Apolo y finalizando el próximo Jueves en la Rocksound con la despedida de los escenarios de los míticos Bane, con Backtrack de teloneros, el disco de Adele se ha convertido en el revulsivo perfecto para tanto satanismo, visceralidad, sangre, muerte y brutalidad. No hay duda, 25 se alza como uno de los discos más agradables, disfrutables y masivos del año, a la vez que esperados y ansiados por una descomunal legión de fans repartidos por todos los rincones de la tierra.

 

Han pasado 4 años desde su insultantemente exitoso 21, un segundo disco de la londinense que la colocó directamente en los puestos más privilegiados del mainstream mundial, pero queda claro que, con su más de 3 millones de ventas tan solo en Estados Unidos durante su primera semana de exposición, a Adele se la esperaba con los brazos abiertos y las ganas a flor de piel por recibir este ansiado 25. Un disco que, siguiendo claramente su vena pop y R&B presentada con anterioridad, en 25 Adele ha querido probar nuevas sonoridades incluyendo algunos teclados digitales y novedosos patrones rítmicos sin perder un ápice de personalidad.

 

Para la ocasión me ha sorprendido que haya prescindido de Rick Rubin en la producción, quien fuera parte muy activa en su álbum anterior, accediendo a gente tan variada para la producción como mi amado Danger Mouse o The Smeezingtons, aunque cada tema lo ha producido una persona diferente dándle al disco un carácter más abierto y dinámica que el de 21. Las colabroaciones a la hora de escribir las letras tampoco se quedan cortas y Tobias Jesso Jr. o Bruno Mars son algunos de los astos que han colaborado con su arte en las canciones, todas ellas también coescritas con diferentes artistas.
 

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