Acabo de regresar de ver uno de los conciertos de metal más grodos de mi vida, o cuanto menos eso es lo que planteaba su cartel. Hablamos del famoso Deathcrusher Tour encabezado por Carcass, la única de las bandas del cartel que no había visto en directo, y secundados por Obituary, Napalm Death y Voivod. Como ya he dicho antes, un cartel de ensueño para cualquier fan del metal de más de 30 años y con cierta afinidad por los sonidos más brutos de las ramificaciones thrash, death y grindcore vsalidas de esa etiqueta tan amplia y en continuo crecimiento llamada metal.
Habiendo pasado por alto a los Herod, los primeros en tomar las tablas de la sala grande de la Razzmatazz, los canadienses Voivod han cumplido sobradamente con su cometido, aún faltándoles algo de potencia de sonido, dando la talla como una de las bandas de metal más interesantes a inclasificables de ayer hoy y siempre dentro del amplio espectro del estilo y de la variedad de palos que llegan a incluir dentro de su explosiva mezcla. Les pongo un 7 muy bien merecido.
Acto seguido ha llegado el momento de los monstruos de Birmingham. Napalm Death salía al escenario con un guitarra sustituto, el cual intentaba copiar los ensordecedores gritos del ausente Mitch Harris sin demasiado éxito, y con un sonido que dejaba bastante que desear. Ya es de obligado cumplimiento lo de inlcuir, al menos en sus directos, esa guitarra extra que perdieron cuando el malogrado Jesse Pintado murió, pero es que si además, la única que hay sobre las tablas prácticamente no se oye, la cosa pierde mucha, pero que mucha pegada. Un Barney pletórico suplía como podía las carencias de una banda que, al menos esta vez, ha dado uno de los shows más fallidos que he visto de ellos, y los he visto en bastantes ocasiones. Se llevan un 6 por la simpatía que les tengo y por que las proclamas de Barney siguen teniendo la misma validez a día de hoy que hace 25 años.
Y llegaban los dos platos fuertes del death metal de la noche. En primer lugar tenemos a los jefes absolutos del death de Florida, Obituary, que sin duda alguna han dado el mejor show de la noche con un sonido absolutamente perfecto en todos los sentidos, la voz de Tardy era incluso mejor que en los discos actuales y la definición, profesionalidad y química de la banda explotaban en cada nota que esputaban incendiando la Razz grande de cabo a rabo, su set-list ha contenido los temazos más gordos de la banda, añadiendo algo aquí y allá de su último álbum, equilibrando un listado que no ha dejado tírete con cabeza, sobretodo en su segunda mitad, durante la hora de show que han ejecutado estos maestros absolutos del estilo. Por ello se llevan un 10 como una casa de pagés y pongo su Inked In Blood del año pasado para descargar. Un disco en la mejor tradición de una banda que no pierde ni un ápice de pegada con los años y se muestra más allá de que se puede considerar en forma para un combo de su edad y experiencia. A sus pies señores.
Y llegaba el momento final, acusando un cansacio de escándalo y un dolor de espalda de lo más insoportable, el momento de ver sobre las tablas por primera vez en mi vida a Jeff Walker y Bill Steer de Carcass ejecutando sus clásicos de siempre con el añadido, nada despreciable, de algunos de los temas más gordos de su enorme Surgical Steel del 2013, un disco de regreso que poco tenía que envidiar en calidad al impecable legado de la banda. Pues bien, quejarme no me voy a quejar, aunque el sonido estaba algo más ensuciado que el de Obituary, la banda inglesa ha ofrecido un muy buen show con momentos para el recuerdo en una sala que, sin que estuviera sold out absoluto, estaba totalmente entregada a la visceralidad y la técnica de los de Liverpool. Un notable alto se llevan un 8.
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