A Nick Waterhouse siempre le había tenido ganas, su enfoque estrictamente clásico del rock, el beboop y el soul lo había hecho poseedor del merecido título del nuevo niño prodigio del soul, pero he de admitir que cuando por fin lo llegué a ver en su actuación durante el pasado Primavera Sound, quedé aún más prendado de su peculiar y disfrutable propuesta. Supongo que también tuvo bastante que ver el coro de starletts que llevaba y la bandaza que le acompañaba, pero el magnetismo de Nick sobre las tablas es algo a lo que no te puedes resistir.
Su segundo disco de estudio se llama Holly y, empezando por una portada de lo más vintage y continuando por un despliegue de medios de lo más añejos y rudimentarios pero, a la vez, sobradamente efectivos, la voz de Nick es sin lugar a dudas uno de las mayores bazas del disco, la reválida de Nick Waterhouse ha sido pasada con matrícula de honor, por decir lo menos. Puede que el debut sonara mucho más fresco y sorprendente, pero, yo me quedo de sobras con el punto sureño que gasta este Holly.
Va a ser una pena no poder disfrutar de nuevo de él en el Primavera de este año con un disco tan gordo como este Holly, pero estoy seguro de que esa no será la última vez que la ciudad Condal verá a Nick Waterhouse en sus escenarios. Holly es algo más oscuro, en las ejecuciones y las formas, dato que ha hecho que me entre mucho mejor, pero también es verdad que la luminosa positividad musical que irradia Nick es absolutamente innegable. Deseando echarle el guante de nuevo en directo.
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