Más de uno pasará de esto olímpicamente alegando que el rap-metal, estilo muy en auge en los noventa gracias a bandas como Downset, Clawfinger, Rage Against The Machine o estos mismos Body Count, está más muerto que Chanquete, pues ya os digo, al que lo haga y haya disfrutado en su día de las bandas nombradas, que caerá en un clásiso error de prejucios. El nuevo disco de los Body Count, es tan gordo como el peso de su leyenda.
Body Count es un combo de rap-metal, en el que caben influencias del crossover y el thrash en menor medida, procedente de California y formado a principios de los noventa por el rapero Ice-T y el guitarra Ernie C., ambos continuan en la banda siendo sus máximos impulsores y cabezas pensantes, que en 1992 publicó su debut homónimo, uno de los discos más controvertidos de su década, y que, desde entonces, nos ha entregado, contando este Manslaughter, 5 discos de estudio de una calidad más bien irregular.
No es que hayan ido facturando discos malos, pero lo cierto es que con su debut tocaron techo y no ha sido hasta ahora mismo y con este Manslaughter, que han llegado prácticamente al nivel de aquel épico y legendario debut. Lo digo con la boca bien grande, estamos ante el mejor disco de los Body Count desde su debut y ante una de los obras capitales del estilo facturada 20 años después de su mayor apogeo. Algo impensable, cierto, pero así es esto de la música.
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