Dejamos la semana con una epicada de finales de los 90, y empezamos la semana de un modo, cuanto menos, parecido.No os alarmeis, no vengo con otro clásico de los 90 para deciros que es uno de mis discos favoritos de esa década, aunque bien podría hacerlo hablando de quien hablamos, pero lo que si tenemos entre manos es a una de esas leyendas del brit-pop de los 90 llamados James.
Autores de clásicos atemporales tan imprescindibles como Seven (1992) o Laid (1993), dos álbums aboslutamente referenciales de la escena pop de principios de los 90, James han pasado por varias fases, aunque no precisamente con crisis de identidad. Lo suyo siempre ha sido el pop sofisticado y delicado, pero la inspiración que tenían en sus años mozos hace años que empieza a dar señales de caducidad.
No por ello vamos a despreciar el mejor disco que ha sacado el combo en los últimos 14 años, desde el famoso Millionaires del cerdo en la portada que no disfrutaba tanto de ellos. Puede que el sentimiento adquierido después de la muerte de la madre y el mejor amigo del vocalista hayan influido en ese punto extra que tiene el disco. De cualquier modo, estamos ante, posiblemente, el último gran disco de la banda.
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