6 años después de su último y magistral With Echoes In The Movement Of Stone, la armada invencible de Tim Mead y Chris Bennet, únicos miembros fundadores que quedan en pie desde los inicios de la banda a principios de la década pasada, ha vuelto al estudio, después de reforzar al combo con la inclusión de Aaron Austin, Zachary Livingston y Kevin Rendleman, y entregarnos el magalodónico y descomunal The Crash And The Draw. Un monolito musical de descomunal embergadura, una solidez pasmosa y una duración aún más pasmosa, prácticamente cierra en los 80 minutos de pura catarsis musical. Para los histéricos, ya os lo digo, traquilos, no se acusa la falta del maestro Sanford Parker.
Desde que nos asaltaran los tímpanos en con su debut del 2005 Out Of A Center Wich is Neither Dead Or Alive, Minsk han llevado su particular mezcla de sludge atmosférico hasta cotas de dolor y desolación tan inhóspitas como privadas de luz, años en los que bandas como Yob o Ufomammut han tomado parte del pastel y han elevado el estilo al status de delicatessen extrema. Pero de lo que siempre podremos estar seguros, es de que Minsk juegan en otra liga, ni superior ni inferior, pero en otra liga.
En esa liga en la que ha jugado gente como Isis, o lo siguen haciendo Neurosis, esa liga en la que el hardcore, el metal, el sludge, el atmosférico y el industrial se mezclan para crear una amalgama de sonidos única e incomparable. Un estado mental y físico en el que adentrarse sin prejuicios, sin predisposiciones, sin ataduras. Un estado en el que disfrutar sin miramientos, sin necsidad de definir nada en concreto y de emocionarse con un todo que duele y desgarra sin piedad, pero que también busca la luz, una luz misteriosa y débil, prácticamente apagada que, por desgracia, llega a consumirse al final de la escucha dejándonos vacios de esperanza pero llenos de placer sonoro a rebosar.
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