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Y de las catacumbas más infectas del death metal sueco, pasamos de un plumazo al mainstream americano como si tal cosa. Así soy yo, ya lo sabeis, un veleta de cuidado, jajaja. La cuestión es que después de tres mixtapes lanzadas de manera gratuita desde su propia web y su propio sello, Abel Tesfaye, de nombre artístico The Weeknd, ha conseguido, promoción de Drake (su gran amigo) y Universalk Republic (el sello en cuestión) mediante, posicionarse como el nuevo hot-boy del R&B y poner patas arriba la alborotada escena americana con sus ireverencias y sus temas políticamente incorrectos.
Dotado de una clase aboslutamente innegable, creciendo a cada nuevo disco que edita, su segundo disco de estudio, ya que su primera referencia oficial era una compilación de sus tres primeras mixtapes, sube el nivel considerablemente en su primera mitad, comparado con su debut llamado Kiss Land, pero también es cierto que no consigue mantener el nivelazo de Often, single que sacó antes del disco llegando al número 1 del Billboard, Real Life, canción con la que da comienzo el disco, Losers o The Hills, otro de los singles de adelanto, acusando el cansacio en la parte final del disco pasando bastante más desapercibida que el resto.
Cierto es que estamos ante uno de los artistas más interesantes del momento, su voz y sus canciones son delicadas, sensuales, sinuosas y frágiles en contraposición directa a sus letras que hablan de putas, dinero, alcohol y drogas en su mayoría, tomando el apelativo de enfant terrible del mainstream con toda la razón del mundo. Y lo que yo digo es... si Miley Cyrus lo puede hacer y triunfar por todo lo alto, The Weeknd lo puede hacer también pero sobrado de clase y estilazo, algo de lo que flaquea bastante la Cyrus.
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