Una de las mayores alegrías que me he llevado con el cartel del Primavera de este año ha sido claramente la inclusión entre sus filas de los angelinos Touché Amoré, una banda a la que, con los años, les he cogido un cariño especial e inquebrantable. Su pasión por el post-hardcore de raíces americanas y el emo europeo de la década de los 90, sobretodo de la rama francesa, los hizo firmar una potente demo en el 2008, posicionándose entre lo más granado e interesante del estilo en aquel momento.
Al año siguiente llegó su primer disco largo, un debut que llevaba como nombre ...To The Beat Of A Dead Horse y que ocasionó un buen revuelo en la parte más under de la escena escena post-hardcore. Hoy vengo con ese debut, en crudo, sin pulir, ensuciado por una producción simplista pero sobradamente efectiva, un disco en el que ya se veía parte de la grandeza que podían experiementar en un futuro, dato que se confirmó contundentemente en su segundo álbum.
Sin necesidad de empeñar más de 2 minutos en sus canciones, algunas incluso menos, Touché Amoré sabe como aunar, empacar y hacer explosionar esas influencias tan concretas que tienen de la manera más visceral, deliciosa y abrumadora del mundo puediendo ponerte al límite de tus sentimientos musicales sin despeinarse. Es verdad que con los años han ido puliendo su estilo, su sonido, su producción, pero os garantizo que de este debut no cambiaba ni el más mínimo detalle. Uno de los debuts más prometederos de la década pasada firmado por una banda que ha hecho honor a dicho debut con una progresión ascendente contínua e imparable.
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