15 años han pasado desde que D'Angelo nos entregara su segundo y último disco hasta la fecha, el imprescindible Voodoo. Años en los que, en anuncio constante de un inminente nuevo disco, D'Angelo ha sufrido todo tipo de desgracias y desaciertos en su vida. El estatus de sex symbol mundial le pasó factura, al poco de finalizar su última gira con el Voodoo su novia le dejó, su mejor amigo se suicidó, y empezaron sus problemas serios con el alcohol y las drogas desembocando en una detención por conducir borracho y por posesión de marihuna y cocaína.
Todo un cúmulo de situaciones adversas que han ido relegando a un segundo plano su prometido disco, aunque durante estos años ha participado en discos de gente como Snoop Dogg o Common por nombrar algunas de las colaboraciones que ha realizado, y que ha ido alimentando aún más su estatus de leyenda viva y truncada del R&B. Voodoo siginificó una de las mayores obras maestras de la música negra moderna y como tal ha aguantado el paso del tiempo. Con el pertinente reconocimiento mundial por parte de crítica y público, las altas expectativas y la holgada espera por su tercer largo se han ido convirtiendo, para algunos, en desesperación y cabreo, incluso en algunos casos en decepción con el consiguiente olvido del artista que ello conlleva, pero puedo confirmar, y confirmo, que Black Messiah paga sobradamente la deuda de 15 años de paciente espera reforzando y reprobando la fe de los fans de D'Angelo de manera aplastante e irrefutable.
Black Messiah funciona como un collage, o incluso como un puzzle, en el que cada pieza encaja en su justo momento y en su preciso lugar. Dotado de un trasfondo lírico que antepone la crítca social y política, con la reafirmación racial que su condición de "mesias" conlleva, al divertimento. El disco funciona a las mil maravillas como una master-class sobre la historia de la música negra en todas sus representaciones. Con una producción en la que me jugaría el cuello que han apostado por la opción análogica de la grabación, resulta impresionante comprobar la cantidad de capas de voz e instrumentos que esconde cada tema, algo que hay que ir descubriendo y desgranando de la misma manera que tenemos que hacer con el disco en conjunto. Durante las primeras escuchas solamente podremos vislumbrar la punta del iceberg.
Es un disco en el que hay que trabajar mucho para exprimirle todo el jugo, tanto es así que hasta que no llevas unas cuantas escuchas todo parace lo mismo, no sabes cuando empiezan o cuando acaban las canciones y el batiburrillo de música negra que suena no te acaba de sonar a nada, es realmente difícil meterse en su rollo. Eso sí, en cuanto lo haces, allá por la décima escucha, todo empieza a encajar suave y tranquilamente, con una delicadeza y una majestuosidad únicas. Apoyado en el R&B como base pero experimentando con todos los palos de la música negra, gospel, blues, funky, spoken word, soul y demás, D'Angelo y su nueva banda de acompañamiento, The Vanguard, han logrado un nuevo hito en la historia de la música. Obra maestra.
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