Después de una semana en las Píldoras invadida por los franceses sin compasión y sin tregua, hoy toca cambio de tercio radical, estilo, idioma y actitud. Mark Tremonti es un viejo conocido de la escena metal-rock americana. Sus primeros apuntes a la guitarra los dio a mediados de los 90 junto a su banda de rock cristiano Creed. Banda a la que jamás soporté, en gran parte por culpa de su front-man Scott Stapp, un tipo realmente insufrible.
Pero he de admitir que la cosa cambió totalmente con sus recién estrenados a mediados de la pasada década llamados Alter Bridge. Bandaza en la que también mostraba su virtuosismo a la guitarra y de la cual solamente puedo prodigar alabanzas hacia ella, en directo se crecen horrores y se convierten en una de esas bandas de rock a la que hay que ver por lo menos una vez en tu vida para sentir la pasión y la fuerza con la que pisan las tablas.
Su nueva aventura, esta vez bajo su propio apellido, lo lleva a primera linea de visión tomando las riendas absolutas del proyecto, en el que aporta la músca y las letras, llevando el peso de la guitarra y las vocales, demostrando de una vez por todas que lo suyo, aparte de ser un virtuoso a la guitarra y uno de los mejores guitarristas de la actualidad, su carisma y potencia al micro no deja lugar a dudas que estamos ante otra discazo más para engrosar lo mejor del año. Más bruto que Alter Bridge pero en la misma línea.
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