Hoy vamos con uno de los regresos más sonados, o el más sonado, de los últimos 30 años en la escena metal, la que, paradójicamente, ellos mismos originaron y cimentaron con álbums tan clásicos como Paranoid o Sabbath Bloody Sabbath. Aunque, para ser verdaderamente francos, esto no es una reunión de la formación orginal de los Sabbath por mucho que nos quieran vender el disco como tal. Después de muchos problemas y de anunciar que la banda original sería la que compondría el nuevo disco de los ingleses, Bill Ward anuncia su marcha entre varias acusaciones cruzadas.
Por consiguiente, y a sabiendas que sin Bill Ward esto no es Black Sabbath tal como nos lo habían vendido, Brad Wilk de Rage Against The Machine ha sido el elegido para completar el satánico círculo de los Sabbath. Quizás lo ideal para muchos sea rajar del disco directamente, no es mi caso, pero tampoco lo voy a diseccionar a conciencia con tan sólo 5 escuchas que le he dado, pero una cosa si que voy a decir, si lo he escuchado 5 veces es por qué me ha gustado, y mucho.
Si lo tenemos que comparar con el disco que sacaron Vinnie Apice, Ronnie Dio, Geezer Butler y Tony Iommi, bajo el nombre de Heaven And Hell en el 2009, por ahora me quedo con aquel, y eso que siempre me ha gustado más la época Ozzy que la de Dio, pero aquel disco sonaba más oscuro, más grande, más impactante. Aquí tenemos un gran disco de metal al más puro estilo Sabbath, de eso no hay duda, pero la garra que les queda tampoco es nada del otro mundo. Esperaremos a ver como se cocina, pero creo que esto es únicamente para el fan sin prejuicios, llámese yo, y poco más.
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