Ya no lo alargo más, ya le he dado suficientes spins al disco, o eso creo, para tomar una decisión sobre él que no acabe por tornarse contra mi porque lo que dije de él, finalmente no es lo que pensaba, no ésta la ocasión, creo que voy suficientemenete aprendido de este nuevo Let's Be Still de mis adorados The Head And The Heart como para dar una opinión bien formada, además que sé que hay una personita que estaba deseando que lo hiciera de una vez por todas, pues allá vamos.
El disco es uno de mis esperados del año y eso hace que las expectativas jueguen en su contra, por eso lo de la espera y el reposado análisis. La cosa empieza realmente bien, Homecoming Heroes y Another Story colman mis expectativas, son muy clásicos del estilo de la banda, aunque algo hay ahí que no acaba de encajar del todo, no sé lo que es, pero ahí está. Quizás sea su sonido, mucho menos luminoso y positivo que en su debut, pero seguimos adelante. Un extraño e inútil interludio de un minuto llamado Springtime hace acto de presencia descolocando un poco más la escucha, más sensaciones extrañas se acumulan en mi cuerpo.
Llegamos al cuarto tema de nombre Summertime, un tema que vuelve a descolocar, aunque funciona, pero que dentro del estilo de la banda nos deja muy sorpendidos y desconcentrados del radiante buen rollo que debería seguir en el disco después de su convincente apertura, pero no, seguimos acumulando sensaciones descolocantes. Josh McBride es uno de los temas más bonitos y melancólicos que he escuchado este año, una gema impresionante de folk delicado y ensoñador como solamente ellos saben ejecutar.
Shake vuelve a coger algo de esa luminosidad radiante que presentaba el disco para regalarnos otro de los temas más felices y agradables. Cruel vuelve a incidir en la melancolía y los claroscuros, carácter que adopta el disco en demasiadas ocasiones cambiando radicalmente de ambiente y, por ello, acusa una tristeza nada acorde con el poso jovial y alegre que promovía su debut. No estamos hablando de composiciones flojas, o malas, en ningún caso, sino que no acabo de hacerme a la idea que anulen ese carácter tan fresco y luminoso de su debut en sustitución de pesadumbre y tristeza.
De aquí en adelante el disco se va posando cada vez más en el pop-folk tenebroso y una irritante madurez que va dejando fuera casi por completo, excepto en el caso de la positivista My Friends, la esencia y personalidad que los caracterizó en su deslumbrante debut. Un disco más maduro, más serio, más trabajado, en todos los sentidos, pero que, por desgracia, sacrifica el mayor y mejor potencial que tienen, la facilidad de contagiar felicidad y buen rollo, convirtiéndose en una banda algo más normal, por decirlo de alguna manera.