(click en la portada para descargar)
Todavía intento desmenuzar el disco, pero no lo consigo, quizás me haga falta algo más de tiempo para acabar de apreciarlo del todo pero, a día de hoy, tengo que admitir que es su disco que menos gracia me ha hecho de entrada, una sensación hasta el momento desconocida para mi con el raper de Detroit. Está claro que sus entradas y salidas de los centros de rehab, su difícil carácter, su infancia truncada y su lenguaje soez siguen estando presentes en sus letras, pero ya no son el motor de su vida y, por tanto, tampoco los protagonistas de sus canciones.
Para mi Eminem es el raper blanco más grande que han dado los States desde los tiempos de los Beastie Boys, y de eso hace mucho. Su calidad es indiscutible, sus habilidades al micro son sueños inalcanzables para la mayoría de mortales, pero su carácter y su recalcitrante personalidad le ha hecho ganar tantos fans como detractores. Puede que ahora que sus letras han madurado y sus composicones son algo más calmadas y reflexivas, el resto pueda apreciarlo de otra manera.
Cogiendo como referencia su segundo álbum titulado de la misma manera, incluso la portada nos recuerda inequívocamente a aquella, Marshall Mathers se ha cascado uno de los discos más largos, variados y desestructurados de su carrera, es extraño ya que se supone que es cuando mejor le está funcionando la cabeza. Uno de los mayores problemas del disco es la falta de cohesión entre los ritmos, mola mucho que sean variados, pero los saltos estilísticos que representa el disco son un tanto descolocantes. Espero que si lo sigo cocinando me parezca tan grande como el resto de su discografía pero,l por el momento, no consigo encontrarle un lugar.
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