A veces, bucear en el mainstream más comercial pútrido y corrupto, también tiene sus frutos y, en este caso, el fruto, o la fruta del deseo mejor dicho, es Sia, una de esas oscuras personalidades que pueblan el pop más mainstrream regalándonos hitazos incontestables como el último Diamonds de Rihanna. Puede que no entendáis exactamente a lo que me refiero, pero muchas de las estrellas del pop no escriben sus canciones, simplemente las interpretan, y Sia es una de las mayores productoras de hitazos de la actualidad trabajando para Rihanna, Beyoncé o Christina Aguilera.
Pero no sólo de mainstream vive la mujer, ni mucho menos, habiendo militado en la banda Jamiroquai y siendo uno de los componentes oficiales de Zero 7, Sia ha sido y es, una de las personalidades más inquietas y erráticas del panorama actual. El problema viene cuando todo el dinero y la fama que has conseguido te ciegan y acabas enganchado a las drogas y al alcohol de manera extrema. Tal es su caso que, justo al borde del suicidio y gracias a la llamada de un amigo, tuvo que acabar en un centro de desintoxicación para salir de varias de sus adcciones.
Recuperada y con la cara bien lavada, Sia nos deleita con su nueva obra de estudio, después de su último disco que databa del 2010, con un título bastante revelador. 1000 Forms Of Fear nos presenta a una Sia en la cresta de la ola, en el top de sus posibilidades y marcada por un pop vitalista y enérgico repleto de líricas exorcizantes. Después de la época tan mala y oscura por la que ha pasado, este nuevo disco se ha convertido en el remedio perfecto para todos sus males, o por lo menos, eso es lo que le deseamos.
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