El regreso a la escena de los hermanos Weaver no viene exento de polémica. Cuando los hermanos anunciaron que su quinto disco iba a estar huérfano de vocales y batería, algunos se llevaron las manos a la cabeza con la irremediable perspectiva de perder esa identidad tan suya que los posicionaba dentro de la escena black metal internacional y, para muchos, a la cabeza de la escena americana actual, y ya os digo que no iban nada desencaminados.
Una vez superada la llorera pertinente por la falta de black metal en la mezcla, y sabiendo que la mayor característica de los Wolves son sus inspiradores y amplios espacios instrumentales dentro de sus épicas composiciones, aquí se le ha dado toda la importancia a los sintetizadores y a los teclados llegando a unos desarrollos tan enigmáticos e hipnóticos que, sin decir en ningún momento que hemos ganado con el cambio, puedo admitir que es uno de los discos más interesantes del año.
Mucho hay que trabajarlo para valorarlo como es debido, pero ya de entrada os digo que esto suena más a Jesu o a los últimos discos de Earth que a los Wolves que todos conocemos. Si no le haces ascos al drone (Sunn O))) o Boris son claros ejemplos también) y los tuyo eran las progresiones más milimalistas de la banda, éste es tu disco sin lugar a dudas, si por el contrario no puedes concebir a los Wolves sin sus ejecuciones black metaleras, esto te puede parecer un peñazo de proporciones épicas. Ahí queda eso, vosotros tenéis la última palabra.
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