Otro de esos discos de este año que no podían faltar en este virtual cubículo ecléctico, es lo último de los Trap Them que responde al curioso nombre de Blissfucker, 3 años después del brutal Darker Handcraft, su disco más sonado hata la fecha. Y si con su anterior álbum consiguieron posicionarse como una de las bandas de hardcore más referenciales de la actualidad, aunque lo suyo tenga una clara base grindcore y metal la escena hardcore es la que los ha visto nacer, la que más los quiere, la que los impulsa y en la que se han desarrolado y crecido como banda, Blissfucker es el riesgo hecho disco.
La cuestión es que en vez de hacer un disco continuista, de esos que afianza posiciones y recoge otros tantos cientos más de nuevos fans con el boca a boca, han optado por arriesgar su sólida posición y su explosiva fórmula, algo que ya de entrada es de admirar, pariendo un disco que mezcla estilos, combina tempos y hace algo más accesible el intrincado mundo de los Trap Them, dando al traste con las esperanzas de los fans más incondicionales de la personalidad más definida y contrastada de sus inicios, en esa en la que no había cabida para la sorpresa.
Cierto es que a la primera escucha lo dejé totalmente apartado por falta de interés, en un principio no acepté el indefinible rumbo que habían tomado para este Blissfucker, pero una vez escuchado a conciencia, atento a lo que han querido mostrar, he de admitir que me parece su disco más versátil y compacto hasta la fecha. Supongo que algo, o mucho, habrá tenido que ver el cambio de dos de los componentes de la banda con este considerable giro de tuerca, pero han demostrado tener más ambición y amplitud de miras de lo esperado y eso es algo muy de agredecer dentro de lo cuadriculado de su estilo, el cual a estas alturas ya no sé ni cual es. No digo que es su mejor obra que si no se me pegan fijo, pero lo es.
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