Sobrados de energía y dinamismo, algo por lo que siempre se han caracterizado los de Savannah pero que para la ocasión está mucho más acusado en este Crooked Doors, el cuarteto de hard-rock formado por Miny, Josh, Evan y Will vuelve a la carga después de volar cabezas con su anterior debut largo para Relapse (CVI 2012), con un nuevo disco que, aún estando todavía enmarcado en esa vertiente occult-rock tan desarrollada en estos días, sabe separarse lateralmente de las copias, e incluso de si mismos, entregando una obra tan refrescante y única dentro de la escena que brilla con luz propia, la luz de un clásico instatáneo.
Ya sea por haberse visto encerrados en su propia fórmula o por no volver a caer en la repetición, la cuestión es que Royal Thunder han sabido reciclar su propio sonido y su propio estilo, para elevar su poco etiquetable rock, a la categoría de indudable obra de arte. El registro de Miny es cada vez más auténtico y personal, su voz quizá no destaque tanto como lo hacen otras, pero a sentimiento y emoción, pocas son capaces de competir con ella. Capaz de subir, bajar, gritar y deshacerte el puto corazón, la a priori convencional voz de Miny, se convierte en la brillante alma (soul) de una banda con una química y una calidad excelsas.
Los ecos de los noventas se mezclan con el sonido más actual y característico de las bandas de la zona en una colectera en la que el hard-rock es el protagonista absoluto y necesario. Con una portada de lo más molona, todo en ella es precioso hasta la elección de los colores, Crooked Doors se alza ante el resto como justo contediente a mejor disco del año.
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