¿Un nuevo disco de remezclas Björk?. Pues sí chicos, otro más. Como rememorando aquel, mucho más convincente, Telegram de 1996, Björk ha vuelto a hacerlo. Recogidos multitud de ritmos para seleccionar en su último Biophilia, ahora nos encontramos con un disco, complementario al nombrado Biophilia, en el que lo más granado del sintetizador hace presencia en un redondo bastante innecesario, aunque no por ello menos disfrutable.
Para los que disfruten horrores de las rarezas saca-cuartos de la islandesa y, por supuesto, de algunos de los productores más interesantes de la actualidad, le acompañan Matthew Herbert, Omar Suleyman, Death Grips, Alva Noto o The Slips, entre otros, es un disco para no dejar pasar, y para coleccionistas completistas más aún, pero fuera de todo eso, no lo recomiendo para nada.
Aporta poco a nada al Biophilia, son casi todos mejores los ritmos originales que los remixes, y, ya se sabe, esto es simplemente una ocurrencia más de la islandesa para seguir estirando el chicle del dinero y recoger un poco más de recaudación antes de final de año, fijo que le hace mucha falta vamos.
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