Los que me conocéis sabéis de sobras que de complejos musicales cero patatero, que me da igual 8 que 80, y que, lamentablemente o por suerte, mi criterio hace años que está por los putos suelos, no es que me quiera excusar con esto ni mucho menos, pero, por si alguno todavía se sorprende de que por estos lares puedan convivir de un día para otro la última burrada sonora de Corrosion of Conformity con el nuevo pepino de Rihanna, lo vuelvo a repetir.
Lo nuevo de Rihanna, como viene siendo normal desde sus inicios, viene servido con producciones meteóricas que convierten sus composciones en pepinos asegurados. Algo a lo que estamos acostumbrados desde hace años, pero también es verdad que cada vez tira hacia el lado menos mainstream del mainstream, me explico. A falta de hitazos rompepistas la artista Jamaicana ahonda cada vez más en el R&B de carácter moderado, menos radicalizado y más reposado.
Con ritmos de David Guetta, Kanye West o Stargate, y una colaboración vocal estelar junto a Eminem, el disco se pasea por los medios tiempos y las semi baladas anteponiéndolas a los hitazos, de los que también hay, pero menos que en sus anteriores discos, componiendo su disco más oscuro, rebuscado y difícil de entrar de los facturados hasta el momento. Menos lucimiento vocal, menos efectismo sonoro, pero, bajo mi punto de vista, ha conseguido una mayor calidad en las composiciones gracias a una notable maduración.
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