Los que me conocen bien ya saben que hace años que no piso estos lares, justamente desde que se fue Jesse Leach de los Killswitch Engage con el Alive Or Just Breathing, el que para mi es uno de los últimos grandes discos de metalcore, y por mera curiosidad vuelvo a las mismas en el momento en el que el propio Jesse Leach vuelve a los, ahora enormes, Killswitch Engage.
Desde el momento en que Jesse anunció su regreso a la banda ya me picó la curiosidad y este Disarm The Descent es el irregular resultado de ello. Si alguien esperaba que los Killswitch, ahora con Jesse de nuevo a la cabeza, se atreverían a facturar una segunda parte de aquel grandioso Alive Or Just Breathing, o que simplemente iban a continuar desde aquel momento dejando a un lado toda la etapa ultra-melódica y emotiva que han vivido junto a Howard Jones, va muy equivocado, o por lo menos a medias.
Si que es cierto que Jesse les ha vuelto a empujar con fuerzas renovadas hacia el lado más salvaje y oscuro de la banda, pero tan sólo en contadas ocasiones. Presos de sus propios patrones y asegurados en una posición que no quieren que se vea mermada, los coros excesivametne edulcorados y la pastelosa emotividad que respiran algunos de ellos vuelven a empañar un trabajo de producción impecable y un potencial que se perdió hace ya muchos años.
Desde el momento en que Jesse anunció su regreso a la banda ya me picó la curiosidad y este Disarm The Descent es el irregular resultado de ello. Si alguien esperaba que los Killswitch, ahora con Jesse de nuevo a la cabeza, se atreverían a facturar una segunda parte de aquel grandioso Alive Or Just Breathing, o que simplemente iban a continuar desde aquel momento dejando a un lado toda la etapa ultra-melódica y emotiva que han vivido junto a Howard Jones, va muy equivocado, o por lo menos a medias.
Si que es cierto que Jesse les ha vuelto a empujar con fuerzas renovadas hacia el lado más salvaje y oscuro de la banda, pero tan sólo en contadas ocasiones. Presos de sus propios patrones y asegurados en una posición que no quieren que se vea mermada, los coros excesivametne edulcorados y la pastelosa emotividad que respiran algunos de ellos vuelven a empañar un trabajo de producción impecable y un potencial que se perdió hace ya muchos años.
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