Avanzando un paso más en cuanto a sonido y composición con cada nueva obra mortal que rubrican, sin dejar en ningún momento de ser uno de los combos más death metal del planeta, este Raging Death suena muy bien, conservando sobremanera el característico sonido gordo (Sunlight) de las guitarras, y puliendo la producción con el betún más negro y sombrío del submundo, su nuevo disco es el siguiente escalón para los Entrails. Más calidad, mejor sonido, misma actitud y mucha, mucha, mala baba.
Es cierto que su sonido se desplaza lateralmente del carácter old-school que respiraban sus primeras obras pero, como ya he dicho antes, su sonido se ha actualizado y limpiado para crecer en contundencia y, probablemente, para no acabar sonido igual para el resto de sus días. Habrá muchos que los tílden de cambiantes, pero lo que está claro es que para un grupo de esta índole, lo único que hace variar un poco sus discos es el sonido que le saquen, y aquí, en eso, han triunfado por todo lo alto, sonidaco.
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