Que el rock de los 70 ha vuelto de unos años a esta parte, es algo innegable. Bandas como Witchcraft, Graveyard o Siena Root, han impulsado el revival hasta límites insospechados y a día de hoy no pasa la semana sin que un nuevo disco o una nueva banda haga diana en una escena que empieza a dar sus primeros signos de desgaste. Algo que, por otra parte, no es ni de lejos malo, ni para la escena, ni para el oyente, aunque sí para los carentes de creativadad e ideas, ya que eso equilibra la balanza con una auto-criba despiadada que va dejando en la cuneta más de una banda a la que, como ya he dicho, se le han acabado las ideas y la capacidad para sorprender.
Por poner un ejemplo, y sin que sirva como dato inamovible, tenemos el último disco de Kadavar por un lado, aunque siendo todavía muy disfrutable por la facción de la escena que demanada música más accesible y fácil de digerir, el disco de Kadavar tiene unos gloriosos estribillos que rozan el pop peligrosamente, es uno de los que podemos señalar como faltos de ideas, y este Odyssey de los suecos Horisont por otro lado, un disco que evoluciona con las escuchas, crece inconmensurablemente, sorprende muy gratamente y catapulta al combo sueco hasta el infinito y más allá.
El cuarto disco de estudio de Horisont comienza con una pieza prácticamente perfecta de space-rock progresivo apoyada en una intro ultra galáctica y unos teclados irresistibles de más de 10 minutos de duración, toda una declaración de intenciones, en la que consiguen reunir todo el carácter y el sentido del disco desplegando una personalidad tan enorme y tan aplastante que ha conseguido dejarme de una sola pieza, dando paso a un disco del que es posible sacar oro puro. La maduración musical y compositiva de Horisont ha crecido enteros desde su última aventura de estudio rubricando un disco que, desde ya, se posiciona como uno de los mejores de este llamado revival setentero. Su mejor portada y su mejor disco hasta la fecha.
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