Volvemos a cruzar la imaginaria línea temporal que separa el recién finalizado 2011 de este recién arrancado 2012 con el segundo disco que comentamos del año, qué junto al de los The Maccabees son los únicos que han llamado mi atención hasta el momento, poniéndolos de manera rotunda a la cabeza de lo mejor de este todavía largo camino que nos queda por andar del 2012. Nacidos bajo el amparo de la escena death-core americana, en la que desde un princpio mostraron su separatismo tintando sus composiciones de una evidente esencia black metalera, fue inmediatamente después de su primer disco, In The Shadow Of A Thousand Suns, cuando Ken Sorceron, amo y señor de estos Abigail Williams, decidió despachar por completo a su formación, quedarse en un trío de estética blacker exclusivamente y despojarse absolutamente de cualquier sufijo -core que pudiera asociarse a su estilo, resultando en un disco qué, sin ser una obra cumbre del género, nos descubría a una banda con muchísimo que decir y aportar a la creciente escena black metal americana.
Eso era en el 2010 y el disco en cuestión se llamó In The Absence Of Light, redondo del que todavía disfruto enormemente, su capacidad para reproducir un black metal de corte melódico y altamente abrasivo dejó atónitos tanto a los fans de su primer disco como a los que nos convecieron de manera brutal con su nueva afiliación al true de manual. La espectación creada para éste Becoming era máxima después del exultante nivel compositivo y melódico mostrado en su segundo largo y tengo que decir que tan sólo me ha hecho falta una primera escucha para dictaminar que estamos ante una obra de proporciones épicas que supera con creces las indiscutibles victorias del anterior e intachable In The Absence Of Light.
Ken Sorceron ha conseguido con su tercer disco de estudio colocar con rotundidad a sus Abigail Williams a la par de bandas tan laureadas como los Wolves In The Throne Room, mis intocables Oskoreien o los franceses Alcest por nombrar algunas de las eminencias que circulan por mi mente cuando me pierdo en las eternidades musicales del este impermeable Becoming del que me he empapado hasta las cejas y del que no he podido escapar ni queriendo. Digo ni queriendo por qué en momentos en los que no quiero poner a los Abigail, incluso en esos momentos, me veo pulsando el play de este Becoming de nuevo, adicción obsesiva es lo que tengo.
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