Lunes y de vuelta al metal, inevitablemente en este caso ya que nos oscupamos de una de las glorias del estilo, pero también hay que decirlo todo y, a día de hoy, el melodeath practicado por los suecos Soilwork está ya muy sobrepasado a sus mejores tiempos. Dato que no significa que no goce de buena salud ante el público, sino más bien que es estilo ha llegado a prodigarse tanto y prostituirse aún más que el interés de la escena por progresar es prácticemente nulo y, cuando eso ocurre, se cosa se estanca.
Le suele ocurrir a la mayoría de bandas longevas, sus inicios son más duros normalmente que sus medianías, de eso se puede culpabilizar a los instintos juveniles, de acuerdo, pero llega un momento, como el que les ha llegado a los Soilwork, que el cuerpo les pide volver a los inicios de una manera u otra y The Living Infinite es otra prueba más de ello.
The Living Infinite es el intento, bastante acertado todo hay que decirlo, de volver a recuperar la credibilidad perdida, de demostrar que todavía son capaces dominar el estilo sin perder un ápice de pasión y convicción en él, de poner toda la carne en el asador y parir un disco con 20 temas y 84 minutos de duración tan dinámico e imprevisible como los sorprendentes cambios de ritmo y los alucinantes giros ambientales que esputan sus contundentes composiociones.
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