Jueves 23 de Mayo y el grueso principal del Festival Primavera Sound, los tres días en los que se compactan la mayoría de las actuaciones del festi en el recinto del Parc del Fòrum, empezaban con rigurosa puntualidad, adoro la milimétrica coordinación de los conciertos del festi, y mis primeros escarceos con las paraditas de vinilo empezaban a dar sus frutos. Reedición del I de Toundra en vinilo, camiseta de la gira, el debut largo de Syberia y el primero de los Tiki Phantoms, todo en vinilo claro. Todo en el stand de Aloud.
La primera parada musical la hice en el escenario principal del Primavera con El Inquilino Comunista. Una banda a la que, incomprensiblemente, no llegué a ver en sus días. Estamos hablando de que su primer disco tiene ya 20 años, y que, con un set escogido de entre lo más granado de su impecable discografía, consiguió transportarnos durante 45 minutos a la década de los 90 con todas las de la ley. Guitarras saturadas, melodías infecciosas, 3 voces maravillosas y unos coros de infarto, conformaron una de las mejores actuaciones del día. Bromeando con el público sobre su edad y sobre su próxima aparición en directo cuando ya hayan cumplido los 60, puedo afirmar sin dudarlo que si se volvieran a poner a lo suyo no habrían perdido ni una gota de química. Impresionante.
Después de un pRimer plato nacional, cruzamos el charco para acabar en el Ray-Ban y presenciar la cálida y agradable propuesta de los califonianos Poolside. Una banda de nerds que, armados con dos sintetizadores, una batería híbrida entre analógica y digital y la guitarra que portaba su cantante, sumieron al público en una belleza sonora que jugaba con el funky, el chill-out y las melodías pop de manera magistral convirtiendo ese momento especial de sol y playa en algo prácticamente mágico. Verdaderamente especial lo este cuarteto, sobretodo para pasar uno de ratos más agradables, bailongos y simpáticos de todo el festi.
LLegaba uno de los momentos más esperados. De vuelta al escenario principal del Primavera y Neko Case y su banda sobre el escenario. Primera impresión de shock, ver a Neko con una chaqueta más bien chandalera y los pelos tan despeinados como una bruja, bastante más mayor de lo que me esperaba, me dio una mala impresión de primeras. Nada más lejos de la realidad ya que fue ponerse la banda a tocar y ella a cantar y pensar, a tomar por culo el glamour, esto es country-rock del bueno, del auténtico, del mejor, no le hace falta nada de eso para demostrar lo grande que es Neko sobre un escenario, una Diosa palpable. Posiblemente uno de los actos de mayor calidad, más profesional y más cercanos del festi. Muy familiar y muy agradable la banda arropaba a Neko de manera que sin ellos el concierto no hubiera sido lo mismo, y no por la falta de calidad de Neko, que inundaba el enorme espacio del Primavera con cada nota que emanaba de portentosa voz, pero contar con un banjo, una steel guitar, panderetas, corista, y demás es una gozada musicalmente hablando. Otro triunfo a la saca y van 3 de 3, jejeje.
Otro de mis momentazos más especiales venía servido de la mano de los americanos Metz, un power trío muy ruidoso que llevan el hype escrito en las venas. Encumbrados por muchas publicaciones especializadas como los nuevos salvadores del punk-rock más ruidista y visceral el trío descargó, y de que manera, los trallazos de su debut como si no hubiera un mañana. Brutalmente honestos y descaradamente ácidos, su paso por el escenario Pitchfork fue la perfecta y necesaria bocanada de aire viciado y saturado que necesitaba el festi, o por lo menos yo, en ese preciso instante. Seguimos con la suerte de cara.
LLegaba uno de los momentos complicados del día, con una diferencia de 10 minutos entre ellos, el conciertos de los Do Say May Think, Dinosaur Jr., y Jessie Ware empezaban más o menos a la misma hora los tres. Mi decisión fue tajante, a los Dinosaur ya los había visto y las ganas locas que tenía por ver al cuarteto instrumental canadiense llamado Do Say May Think hicieron el resto, Jessie Ware se quedó totalmente fuera de la criba. Directo al ATP para ver a una de las bandas instrumentales más intrincadas y personales de la escena actual. Sin necesidad de seguir los patrones estilísticos del post-rock y pasando muy de puntillas por el post-metal su necesidad de contagiar al público con sus rebuscados cambios de ritmo y sus maravillas instrumentales surgió un efecto hipnotizador en el respetable que acabamos a los 40 minutos embobados y con ganas de más. Originales a morir.
Corriendo para el escenario principal llegué a ver 3 canciones de Dinosaur Jr., entre las cuales cayó una versión del Just Like Heaven de los The Cure y otra en la que salió el carismático vocalista de los Fucked Up, Pink Eyes, a cantar una miticada hardcore de la old-school. Lo poco que pude ver de ellos fue muy agradable y entrañable. Como siempre, cumplen con lo esperado y saben meterse al público en el bolsillo con sus hits de antaño, los cuales en directo suenan realmente enormes, mucho más que en estudio, todo hay que decirlo, es una banda que se crece mucho en directo, y el Primavera les encanta.
Otro de los dilemas del día llegó cuando, uno al lado del otro, Bob Mould venía a presentar su radiante Silver Age en el ATP (escenario que me encanta), y mis adorados The Postal Service por otro lado en el Heineken (escenario que odio) materializando su mítico Give Up en una gira que los había llevado alrededor del mundo conmemorando los diez años de tan referencial disco. Pues bien, un rato en Bob Mould, tan sólo tres temas, pero puedo decir que es una de las leyendas vivas del punk más vitalistas y creíbles que puedas ver sobre un escenario. Con una formación de power-trío y un volumen brutal la cosa era de órdago, perfecto en todos los sentidos, pero los de Ben Gibbard me estaban llamando a voces desde no demasiado lejos, y para allá que fuí, craso error.
Poco voy a decir del concierto de The Postal Service más que fue una de las decepciones más grandes, con todas las letras, del festi. A los 20 minutos ya me estaba arrepintiendo de haberme ido de Bob Mould y estar aguantando a una banda sobre las tablas con la mitad de alma y ganas que el mítico punk de NY. No sé si fueron las enormes ganas que tenía de verlos, pero el batacazo mío fue épico, y el patinazo de los Postal igual. Mucho escenario currado, unos modelitos muy sexys para las féminas y demás, cambios de instrumentos y todo, pero cuando una banda no tiene ganas, o esta harta de hacer lo que hace, se le nota sobre las tablas, y a los de Gibbard se les veía venir de lejos.
Sin dejar ni terminar a los Postal me dirigí, corriendo, al Pitchfork para ver a uno de los raperos más interesantes del momento. Killer Mike, del cual me esperaba al típico rapero chungo con ganas de bulla y con pose de gangsta extremo, es un tipo de lo más afable, simpático y educado. Se tiró todo el concierto animando al público, el cual respondía de lo mejor, comentando entre las canciones lo enamorado que está de su preciosa mujer, sus viajes a Holanda a fumar hierba, de lo cojonudo que es El-P (su productor) y de que esperan que su próxima gira europea pase por Barcelona. Todo un ejemplo de rap de calidad sin necesidad de caer en los tópicos del estilo, un maestro sobre las tablas, toda una sorpresa con un público entregadísimo.
Por una vez en el día, no me moví del sitio, como siempre en primera fila, una de las ventajas de no ir acompañado a los conciertos, y esperé escasa media hora a que otra de mis bandas fetiche del festi pisara el escenario. Con una puntualidad milimétrica, los canadienses Fucked Up, con su punk teatral y visceral, entraron en escena como un vendaval e hicieron lo que mejor saben hacer, descargar adrenalina, y hacérsela descargar al respetable, en cantidades ingentes. Pink Eyes es una bestia parda, un animal entregado en cuerpo y alma al grupo y sobretodo al público, y se pasó más de la mitad del concierto bajando del escenario, saludando a los fans de las primeras filas, tirándose encima de ellos, bailando entre el pogo y regocijándose en unos temas que van cargaditos de visceralidad y rabia a la vez que de esperanza y buen rollo. Como era de esperar, enormes, y con la calidad sonora del festi, aún más.
Otro momento clave, ¿los ingleses Simian Mobile Disco en el Ray-Ban a dos minutos de donde me encontraba, o los franceses Phoenix en el Heineken a más de 10 minutos en un escenario que no me convence?. ¡Descarado!, a por el festival electrónico de dúo inglés sin dudarlo. Esta gente sabe como montar un fiestón en toda regla y, ataviados con sus trajes de etiqueta, supieron darle al público lo que quería a esas horas de la madrugada, un bombazo de concierto en el que no podías parar de bailar ni que quisieras. Una hora y cuarto para los anales, creo que no había bailado tanto en un directo desde el último concierto de Prodigy en Barcelona, una barbaridad vamos. De lo mejor electrónico del festival, seguro.
La primera parada musical la hice en el escenario principal del Primavera con El Inquilino Comunista. Una banda a la que, incomprensiblemente, no llegué a ver en sus días. Estamos hablando de que su primer disco tiene ya 20 años, y que, con un set escogido de entre lo más granado de su impecable discografía, consiguió transportarnos durante 45 minutos a la década de los 90 con todas las de la ley. Guitarras saturadas, melodías infecciosas, 3 voces maravillosas y unos coros de infarto, conformaron una de las mejores actuaciones del día. Bromeando con el público sobre su edad y sobre su próxima aparición en directo cuando ya hayan cumplido los 60, puedo afirmar sin dudarlo que si se volvieran a poner a lo suyo no habrían perdido ni una gota de química. Impresionante.
Después de un pRimer plato nacional, cruzamos el charco para acabar en el Ray-Ban y presenciar la cálida y agradable propuesta de los califonianos Poolside. Una banda de nerds que, armados con dos sintetizadores, una batería híbrida entre analógica y digital y la guitarra que portaba su cantante, sumieron al público en una belleza sonora que jugaba con el funky, el chill-out y las melodías pop de manera magistral convirtiendo ese momento especial de sol y playa en algo prácticamente mágico. Verdaderamente especial lo este cuarteto, sobretodo para pasar uno de ratos más agradables, bailongos y simpáticos de todo el festi.
LLegaba uno de los momentos complicados del día, con una diferencia de 10 minutos entre ellos, el conciertos de los Do Say May Think, Dinosaur Jr., y Jessie Ware empezaban más o menos a la misma hora los tres. Mi decisión fue tajante, a los Dinosaur ya los había visto y las ganas locas que tenía por ver al cuarteto instrumental canadiense llamado Do Say May Think hicieron el resto, Jessie Ware se quedó totalmente fuera de la criba. Directo al ATP para ver a una de las bandas instrumentales más intrincadas y personales de la escena actual. Sin necesidad de seguir los patrones estilísticos del post-rock y pasando muy de puntillas por el post-metal su necesidad de contagiar al público con sus rebuscados cambios de ritmo y sus maravillas instrumentales surgió un efecto hipnotizador en el respetable que acabamos a los 40 minutos embobados y con ganas de más. Originales a morir.
Corriendo para el escenario principal llegué a ver 3 canciones de Dinosaur Jr., entre las cuales cayó una versión del Just Like Heaven de los The Cure y otra en la que salió el carismático vocalista de los Fucked Up, Pink Eyes, a cantar una miticada hardcore de la old-school. Lo poco que pude ver de ellos fue muy agradable y entrañable. Como siempre, cumplen con lo esperado y saben meterse al público en el bolsillo con sus hits de antaño, los cuales en directo suenan realmente enormes, mucho más que en estudio, todo hay que decirlo, es una banda que se crece mucho en directo, y el Primavera les encanta.
Otro de los dilemas del día llegó cuando, uno al lado del otro, Bob Mould venía a presentar su radiante Silver Age en el ATP (escenario que me encanta), y mis adorados The Postal Service por otro lado en el Heineken (escenario que odio) materializando su mítico Give Up en una gira que los había llevado alrededor del mundo conmemorando los diez años de tan referencial disco. Pues bien, un rato en Bob Mould, tan sólo tres temas, pero puedo decir que es una de las leyendas vivas del punk más vitalistas y creíbles que puedas ver sobre un escenario. Con una formación de power-trío y un volumen brutal la cosa era de órdago, perfecto en todos los sentidos, pero los de Ben Gibbard me estaban llamando a voces desde no demasiado lejos, y para allá que fuí, craso error.
Poco voy a decir del concierto de The Postal Service más que fue una de las decepciones más grandes, con todas las letras, del festi. A los 20 minutos ya me estaba arrepintiendo de haberme ido de Bob Mould y estar aguantando a una banda sobre las tablas con la mitad de alma y ganas que el mítico punk de NY. No sé si fueron las enormes ganas que tenía de verlos, pero el batacazo mío fue épico, y el patinazo de los Postal igual. Mucho escenario currado, unos modelitos muy sexys para las féminas y demás, cambios de instrumentos y todo, pero cuando una banda no tiene ganas, o esta harta de hacer lo que hace, se le nota sobre las tablas, y a los de Gibbard se les veía venir de lejos.
Sin dejar ni terminar a los Postal me dirigí, corriendo, al Pitchfork para ver a uno de los raperos más interesantes del momento. Killer Mike, del cual me esperaba al típico rapero chungo con ganas de bulla y con pose de gangsta extremo, es un tipo de lo más afable, simpático y educado. Se tiró todo el concierto animando al público, el cual respondía de lo mejor, comentando entre las canciones lo enamorado que está de su preciosa mujer, sus viajes a Holanda a fumar hierba, de lo cojonudo que es El-P (su productor) y de que esperan que su próxima gira europea pase por Barcelona. Todo un ejemplo de rap de calidad sin necesidad de caer en los tópicos del estilo, un maestro sobre las tablas, toda una sorpresa con un público entregadísimo.
Por una vez en el día, no me moví del sitio, como siempre en primera fila, una de las ventajas de no ir acompañado a los conciertos, y esperé escasa media hora a que otra de mis bandas fetiche del festi pisara el escenario. Con una puntualidad milimétrica, los canadienses Fucked Up, con su punk teatral y visceral, entraron en escena como un vendaval e hicieron lo que mejor saben hacer, descargar adrenalina, y hacérsela descargar al respetable, en cantidades ingentes. Pink Eyes es una bestia parda, un animal entregado en cuerpo y alma al grupo y sobretodo al público, y se pasó más de la mitad del concierto bajando del escenario, saludando a los fans de las primeras filas, tirándose encima de ellos, bailando entre el pogo y regocijándose en unos temas que van cargaditos de visceralidad y rabia a la vez que de esperanza y buen rollo. Como era de esperar, enormes, y con la calidad sonora del festi, aún más.
Otro momento clave, ¿los ingleses Simian Mobile Disco en el Ray-Ban a dos minutos de donde me encontraba, o los franceses Phoenix en el Heineken a más de 10 minutos en un escenario que no me convence?. ¡Descarado!, a por el festival electrónico de dúo inglés sin dudarlo. Esta gente sabe como montar un fiestón en toda regla y, ataviados con sus trajes de etiqueta, supieron darle al público lo que quería a esas horas de la madrugada, un bombazo de concierto en el que no podías parar de bailar ni que quisieras. Una hora y cuarto para los anales, creo que no había bailado tanto en un directo desde el último concierto de Prodigy en Barcelona, una barbaridad vamos. De lo mejor electrónico del festival, seguro.
Y llegaban los momentos difíciles, las 3 de la madruga y de camido al Vice a ver a los madrileños Toundra. Si hay una banda en el mundo capaz de recomponerme, rearmarme y revitalizarme a esas horas de la madrugada (a parte de Teething, por supuesto) esos son Toundra. Para un metalero de raíces que no ha tenido su ración del mismo en todo el día, poder ver a Toundra sobre un escenario es algo así como lo más de lo más. Ya los había visto en directo, pero el bolo del Primavera quedará para siempre en mi memoria. Con artillería audiovisual incluida Toundra volvieron a demostrar sobre las tablas que no hay banda nacional en el estilo, si que es que lo suyo se puede encasillar en alguno, que les pueda hacer sombra. Mi más preciado y disfrutado momento del día con diferencia.
Y mañana... un día de lo más sorpresivo, en todos los sentidos.
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