lunes, 27 de mayo de 2013

PRIMAVERA SOUND 2013. Viernes, el día de las sorpresas y las decepciones.


La cosa se presentaba de lo mejor. Mi hermana Aina contactaba conmigo para vernos lo antes posible a primera hora en el festi, ir con acompañante a los conciertos tampoco es malo, se disfrutan diferente cuando tienes a alguien de confianza al lado sintiendo lo mismo que tú. Gracias Aina.

 

Primera parada, de nuevo el escenario principal del Primavera y, de nuevo también, con banda nacional sobre las tablas. En este caso, los andaluces Pony Bravo eran los encargados de abrir el escenario con su flamante nuevo disco De Palmas y Cacería. Los Pony Bravo son una banda que, si ya me sorependen en disco, en directo todavía lo hacen más. Catalogar una de tus canciones como post-lolailo, dicho por ellos mismos, dice mucho de ellos. Su impredecible originalidad y su afición por los ritmos caribeños, el rap, la copla, el funky y el spoken word hacen de ellos una rara-avis imprescindible dentro de la saturada escena acutal. En directo unos monstruos, se metieron al público en el bolsillo desde el primer momento.

 

Segundo asalto y directos al Ray-Ban para ver al chico prodigio del soul actual. Nick Waterhouse es un tipo de lo más simpático, nos hicimos foto con él y todo, que lleva el soul de la vieja escuela corriendo por sus venas llevando el estilo hasta unos límites de calidad que para nada casan, ni con la edad de Nick ni con la escena actual, pero que funciona a las mil maravillas gracias a la muy dotada voz de Nick y a una banda que ejecutaba las canciones como si de los mismos años 50 se tratara. Una bellísima estampa que se completaba con dos saxos, un teclado, un batería, dos guitarras, un bajo y dos hermosas coristas demostrando que el swing y el soul todavía tienen un joven protector en nuestros días.

 

Tercer concierto y volvíamos a terreno nacional, catalanes para más señas, para ver actuar a la imberbe banda llamada The Free Fall Band. Su debut, producido por el reconocido Miqui Puig, no levantó más que buenas críticas y la hora de demostrar su valía en directo llegaba en uno de los Festivales más importantes de Europa. Exámen pasado con matrícula de honor, no hay más. Una banda con un potencial enorme que supo defender sus peculiares canciones de pop alegre y alocado, con un poso muy personal a la vez que sofisticado, de manera honesta y creíble. Aún con su corta edad y su poca experiencia tengo que admitir que funcionaron mucho mejor que algunas de la leyendas del día.

 

Primera decepción. Lo de OM en el ATP no fue todo lo bien que esperaba, dos canciones y su mala graduación de los graves me hizo huir despavorido. No sé si al final acabaron por cogerle el punto a los descomunales sonidos que salían del bajo de Cisneros, pero mis oídos no me dejaron permanecer. Tampoco creo que fuera el acto indicado para ese momento, al menos para mi, venía de tres conciertos de lo más movidos y necesitaba seguir quemando adrenalina, el cóctel de circunstancias adversas puede que hiciera bastante.

 

Aún con Aina, probamos en el Heineken, que era lo más cercano, con los Django Django, pero, como ya sabía de antemano ya que es una de esas bandas que practica de ese pop experimental tan en boga últimamente que no consigo tragarme, para mi no fueron gran cosa. Divertidos hasta cierto punto, ya que con sólo 3 canciones ya me habían parecido cansinos. De nuevo sin finalizar nos dirigimos a encontrarnos con parte de la troupe de féminas que acompañaba a mi hermana y a comerme otra decepción más.

 

El nuevo tropezón me lo di con The Breeders, que venían a interpretar íntegramente su insuperable Last Splash, Algo ya típico en el Primavera, que algunas bandas vengan a interpretar su disco más emblemático al completo. Pues bien, como banda mítica de los 90 y para recordar aquella época, vale, pero como acto en directo de calidad, nada de nada, con unas hermanas Deal muy entradas en años y una voz prácticamente inexesiste me permití el lujo de patearme los dos escenarios más cercanos, con cambio de hermana esta vez con Laia, para ver si sacaba algo en claro de estas turbulentas horas de festi.

 

Al Pitchfork a ver a Solange, hermana de Beyoncé, y, sin sonar nada mal, tengo que decir que estaba a tope, no se podía avanzar prácticamente nada y eso nos hizo saltar hasta el Vice para ver finalizar al gran Matthew E. Sweet. Barbudo de armas tomar con su guitarra, a la que le sacó un partido extremo en su último tema. La verdad que me supo mal no haber llegado antes, pero lo peor estaba todavía por llegar, la catástrofe se respiraba en el ambiente, y eso que íbamos advertidos.

 

Con mis dos hermanas en primera fila, Aina y Laia, nos quedamos en el Vice para presenciar el desastroso y bochornoso acto que presentó La Bien Querida. Con no menos problemas técnicos que en su última actuación en la sala Music Hall de Barcelona hace unos meses, el primer tema lo pararon por lo menos 3 veces, cuando la cosa finalmente arrancó, ni se oía la voz de Ana, ni la música sonaba bien, horrible, vamos. Otra decepción más de la que nos largamos a las primeras de cambio con la sensación de estar siendo literalmente timados. Por supuesto no compramos La Bien Querida ni de lejos.

 

De camino a la parte donde se encuentran el Heineken y el ATP y una vez separado de las niñas, me quedé en el Ray-Ban par ver la actuación de los saharauis Tinariwen. Una de las sorpresas más agradables del festi y una de las propuestas mas original que presentaba el festival en representación del continente africano. Lo suyo era una espiritual y accesible mezcla de música típica de su folklore, mezclada con las raíces blues occidental, de una manera tan natural y fácil, que parecía que nada podría maridar mejor en el mundo que esas dos disciplinas musicales tan dispares a priori. Vestidos con los ropajes de tuaregs, embelesaron al público irresistiblemente poniendo a todo el mundo a bailar a ritmo de sus sugerentes y contagiosos ritmos. Una auténtica maravilla digna de ser expermientada.

 

De nuevo recorrí la enorme distancia que separa el Ray-Ban del ATP para asistir a algo más de la mitad del concierto de la curiosa banda instrumental que capitanea el cineasta Jim Jamusch. Toda una lección de libertad estilística basada en el blues y en el rock de alto octanage, protagonizado por dos guitarras y una batería, a modo de catarsis musical. Una verdadera gema escondida en un festival que, visto lo visto, casa poco con la escena más experimental de carácter instrumental. Uno de los conciertos más vacíos del festi y también uno de los más sorprendentes.

 

Mucho tuvieron que ver los Neurosis en mi acercamiento a ver a Jarmusch ya que el siguiente concierto en el ATP era el de ellos y eso me hizo convencerme aún más para ir a verlo, primera fila para ver a los Dioses Neurosis por primera vez en mi vida es lo mínimo que podía hacer. Con todo listo para que la bestia Neurosis saliera al escenario, Scott Kelly y Steve Von Till se ponen con sus guitarras ante sus micros con cara de pocos amigos. Dave Edwardson y Jason Roeder hacen lo propio tras su bajo y su batería respectivamente y Noah se pone a los teclados. Empieza el éxtasis sonoro con At The End Of The Road y acaba el orgasmo musical más grande que he tenido en eones con Locust Star. Durante esa hora todo fluyó a la perfección, los duelos de voces entere Von Till y Kelly, amedrentados en ocasiones por el oscuro vozarrón de Edwardson, las brutalidades al teclado de Noah, volcándolos casi por momentos, la bestia parda de Roeder a los parches, todo salió a las mil maravillas. Para mi, el mejor momento del día con diferencia.

 

Pero aún habiendo visto el mejor concierto del día, también sabía que había sacrificado al único que le podía haber hecho sombra, el del impresionante James Blake que actuaba casi a la misma en la otra punta, en el escenario principal del Primavera. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, me puse a correr por el recinto cual alma que lleva el diablo para llegar como fuera a presenciar alguna canción del set del inglés. LLegué, ví y vencí. Tres temas que confirmaron mis sospechas sobradamente, James Blake es el puto amo del neo-soul actual y, estoy seguro, que hubiera sido mi concierto más importante del día junto al de Neurosis. Una espina que no me quité con los tres temas que ví, sino que se me hizo mucho más grande.

 

Al poco empezaban los Swans de Michael Gira en el Ray-Ban así que ya me quedé por allí para coger primera fila. Los esperaba con ansiedad, con muchas ganas, pero no soporté más de 40 minutos, lo siento. Gira y los suyos lo dieron todo, estuvieron impecables, tan brutales como profesionales, el sonido era perfecto, pero mi cabeza necesitaba algo más de movimiento vitalista o acabaría por desfallaecer. Con las niñas reunidas en el Heineken y Blur haciendo acto de presencia como acto principal de la noche, decidí ir a mover el esqueleto a ver si acababa por resucitar o acababa de morir del todo.

Blur no necesitan presentación, lo suyo es ya leyenda, pero tengo que admitir que es una banda que si no tira de hits imbatibles, que tiene una buena batería de ellos, pues me aburre, y en el concierto que dieron, quitando 3 temas del princpio y 3 temas del final, los hits brillaron por su ausencia. Supongo que estrenaron algún tema nuevo, ya que no me sonaban todos, pero lo que digo, acabé de morir del todo con Blur. Suerte de las niñas que estaban más animandas que yo y eso siempre ayuda, jejeje.

Una vez finalizados Blur, menudo caos lo de salir del concierto la verdad, las niñas estaban decididas a ir a ver a los The Knife, sin hacerme mucho de rogar llegué hasta allí, vi 10 minutos y me fui. No por malos ni mucho menos, tan sólo por la extrema teatralidad de su actuación ya valía la pena quedarse, pero mi cansancio era ta,l que no pude más. Craso error de nuevo, ya que al día siguiente solamente se hablaba del conciertazo de The Knife, pero bueno, tampoco se puede estar en todo, ¿no?.

Y mañana...el final del viaje.

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