Con el anuncio de su próxima gira junto a Belphegor por tierras españolas, los supuestos reyes del black metal sueco vuelven a la carga con una nueva plaga, su quinta con Mortuus a la vocales, titulada Frontschwein claramente emperentada con sus discos más bélicos, como podría ser el Panzer Division Marduk de 1999, y bastante separada de esos escarceos experimentales tan enriquecedores iniciados con el Rom 5:12 y materializados en su máxima expresión con el Wormwood, bajo mi punto de vista, lo mejor que han sacado Marduk con Mortuus a la cabeza.
Lejos quedan las épicas salvajadas primigenias del Opus Nocturne o la brutalidad magistral del Heaven Shall Burn, Marduk han quedado atrapados por sus propios patrones dando lugar a una banda que, a día de hoy, se disfruta de una manera totalmente diferente a como se hacía en su día. Si a principios de los noventa fueron una de las bandas pioneras en el estilo, poseedores de una personalidad única y atrayente a más no poder, durante la pasada década, y quitando esos dos incursiones experimentales ya nombradas como fueron el Rom y el Wormwood, sus obras no van a más allá de la simple corrección estilística, disfrutables en el marco del estilo, pero nada estimulantes en su ejecución.
Lo más destacable de todo es cuando intentan romper esa velocidad endiablada para retomar esos tempos marciales y machacantes adornados de melodías que tan bien funcionaron en el Wormwood, pero que aquí son simplemente destellos en un mar de blast-beats y trémolos vertiginosos. Destacable sobremanera, como siempre, el putrefacto trabajo de Mortuus a las vocales, una verdadera bestia cavernosa capaz de elevar la correcta ejecución de la banda a obra a tener en cuenta gracias a su tabajo al micro, también cabe destacar en su justa medida la crujiente y áspera producción como otro de sus puntos a favor. Creo que la solución pasa por arriesgar mucho más y han demostrado que saben, esperemos que para la próxima vuelvan a tirarse a la piscina de lo desconocido.
Lejos quedan las épicas salvajadas primigenias del Opus Nocturne o la brutalidad magistral del Heaven Shall Burn, Marduk han quedado atrapados por sus propios patrones dando lugar a una banda que, a día de hoy, se disfruta de una manera totalmente diferente a como se hacía en su día. Si a principios de los noventa fueron una de las bandas pioneras en el estilo, poseedores de una personalidad única y atrayente a más no poder, durante la pasada década, y quitando esos dos incursiones experimentales ya nombradas como fueron el Rom y el Wormwood, sus obras no van a más allá de la simple corrección estilística, disfrutables en el marco del estilo, pero nada estimulantes en su ejecución.
Lo más destacable de todo es cuando intentan romper esa velocidad endiablada para retomar esos tempos marciales y machacantes adornados de melodías que tan bien funcionaron en el Wormwood, pero que aquí son simplemente destellos en un mar de blast-beats y trémolos vertiginosos. Destacable sobremanera, como siempre, el putrefacto trabajo de Mortuus a las vocales, una verdadera bestia cavernosa capaz de elevar la correcta ejecución de la banda a obra a tener en cuenta gracias a su tabajo al micro, también cabe destacar en su justa medida la crujiente y áspera producción como otro de sus puntos a favor. Creo que la solución pasa por arriesgar mucho más y han demostrado que saben, esperemos que para la próxima vuelvan a tirarse a la piscina de lo desconocido.
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