Es alucinante como una grabación de hace 43 años, nada menos, vea la luz ahora y se pueda disfrutar tanto, o incluso más que antes. Me explico, la grabación es prácticamente perfecta, la selección de temas más que gloriosa, y la calidad de audio una verdadera maravilla, no se puede pedir más para una grabación rescatada de hace casi medio siglo.
Se me erizan los pelos con sólo pensarlo, casi puedo cerrar los ojos y situarme en la intimidad de este concierto en el Cellar Door de Washington gracias a lo tangible de su sonido y su formato. Un formato que gana enteros cuando Neil Young aprovecha la circunstancia para envalentonarse al piano, Cinnamon Girl es una de los mejores ejemplos de lo que estoy diciendo. El set-lit, desarrollado en dos noche, cuento con temas de sus primeros tres discos y está grabado justo antes del insuperable Harvest.
Neil Young es uno de los pocos supervivientes de todas las épocas musicales, figura irreductible del folk americano, lo suyo siempre ha sido hacer las cosas a su manera, sin patrones, pero siempre con un nivel artístico y a la vez cercano, casi familiar, tan personal, único y evocador, nadie en el mundo es capaz de dibujar imaginarias estampas americanas con tanta vivacidad y contundencia como él, que se ha convertido ya en su sello de indentidad.
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